Sobrevivieron al incendio que el pasado verano calcinó dos hectáreas de la Vall de Castelló o els Benimadrocs, en Xàbia. Pero ahora un particular está removiendo a conciencia estos terrenos. Los trabajos que se están llevando a cabo trascienden la limpieza vegetal para borrar los estragos del fuego. Una máquina «trilla» lo que hasta no hace tanto fue un bosque y un herbazal de enorme riqueza botánica. Las orquídeas, una especie resistente a las llamas, lo que llevan muy mal es que se escarbe la tierra en la que brotan. Así las cosas, esa devastadora «limpieza» ha arramblado con un patrimonio de orquideoflora muy difícil de encontrar en todo el territorio valenciano. Aquí todos los años empezaban a florecer en febrero las orquídeas de la especie Barlia robertiana (orquídeas gigantes). Luego surgían también Anacamptis pyramidales (orquídeas piramidales), Ophrys apifera (orquídea abeja; imita en forma y colores a este insecto y así lo atrae para que polinice la flor), Ophrys scolopax (orquídeas perdiz) y Orchis fragans.

Nada menos que cinco especies de las 14 de orquídeas documentadas en Xàbia crecían en esta reserva de orquideoflora de la Vall de Castelló, que se halla muy cerca del Montgó. Los terrenos donde se ha llevado a cabo esa «limpieza» en plan marabunta están protegidos. Sí lindan con suelo urbanizable. Ahora, la floración de las orquídeas debía rescatar la incipiente biodiversidad de una zona en plena regeneración tras el incendio del verano. Este diario solo encontró ayer dos ejemplares de Barlia robertiana. Antes brotaban por decenas.

Los terrenos de la Vall de Castelló, próximos al Montgón, donde se ha efectuado la "limpieza" a las bravas A. P. F.

De hecho, la obra «Cartografía y Estudio de la Orquideoflora en Xàbia», efectuado por José Ramón Hernández Melero, experto en este patrimonio vegetal, incluye fichas con el número de pies de esta especie que florecen en distintas zonas del municipio. Este experto llevó a cabo un exhaustivo trabajo de campo. En la Vall de Castelló, contó 931 ejemplares de orquídeas piramidales, 120 de abejeras, 80 de Ophrys scolopax y 38 de Orchis fragans. El autor planteaba que en estos terrenos se creara una microreserva de flora para preservar su gran interés orquideológico y paisajístico. El objetivo era que abrazara 20.147 metros cuadrados.

La floración de estas plantas ofrece un gran espectáculo botánico. Además, las orquídeas son uno de los grandes indicadores de biodiversidad mundial.

La motivación de la limpieza vegetal a las bravas que ha destruido la incipiente flora es un misterio. Se han talado pinos calcinados y otros que tenían ramas chamuscadas pero que se salvaron del fuego. Es evidente que no se ha seguido ningún criterio ambiental. Las máquinas han entrado a saco. Un terreno en regeneración, que mostraba ya brotes verdes, ha quedado convertido en un páramo.

Las únicas orquídeas que quizás se han salvado son las que brotaban junto a los muros de piedra en seco. Las máquinas no han podido pasar a ras. Ahí queda una brizna de vegetación.