No todo son malas noticias en estos tiempos de pandemia. El sanatorio San Francisco de Borja de Fontilles ha concluido el proceso de vacunación contra el covid-19 sin que se haya registrado ningún fallecido en más de 300 días de pandemia. Todo un hito.

Aunque el virus sí se dejó caer infectando a algunos trabajadores y dos residentes, las medidas de seguridad y aislamiento puestas en práctica desde marzo de 2020, al inicio de la pandemia, «lo atajaron por completo, han sido muy estrictas en cuanto a contactos. Esa ha sido la única forma de no extender el virus, la prevención. Las circunstancias no han sido fáciles, desde el principio fue muy complicado. Hay que resaltar la labor de las personas que están trabajando en las residencias», señala el director general de la Fundación Fontilles, José Manuel Amorós.

El perfil de las personas que residen en este recinto ubicado en La Vall de Laguar es especialmente vulnerable a los efectos del coronavirus: una edad superior a los 80 años, con grandes dependencias, problemas respiratorios y secuelas de la enfermedad de Hansen o lepra. El aislamiento ha sido general para todos los pacientes, «esto ha sido lo más duro para ellos: personas mayores con poca movilidad o demencias confinadas en sus habitaciones. Desayunan, comen, meriendan y cenan en las habitaciones, hay que repartir y recoger todas esa comidas. El trabajo ha sido titánico todos estos meses», afirma Amorós.

La concienciación y prevención sobre este virus en la fundación hizo que se restringieran las visitas, y suprimieran el uso de las zonas comunes por parte de los usuarios. Además, la entidad adquirió de manera temprana test diagnósticos y material adicional de protección individual, como hidrogeles, mascarillas y guantes para el personal, dispensadores y mascarillas para los residentes, carros de lavandería y de distribución de comida, equipos de televisión y de reproducción de audio para los usuarios, cuyo ocio se desarrollaba hasta entonces en las zonas comunes clausuradas. En este sentido, formaron también a su personal en medidas de prevención y en el uso de los equipos de protección individual.

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Todos los trabajadores «estamos teniendo un cuidado extremo dentro y fuera de las instalaciones. Somos una organización de personas que cuidamos a personas», destaca Amorós. El director general de la fundación muestra su satisfacción «por haber creado un sitio seguro. El trabajo durante todos estos meses ha sido titánico, pero el objetivo está alcanzado». Además, el facultativo da las gracias a los trabajadores, residentes y familiares por la comprensión y el entendimiento de la excepcional situación.

«En Fontilles estamos acostumbrados a hacer esfuerzos, tratar enfermos de lepra siempre ha sido complicado». Una vez más, meta conseguida.