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La misma mansión pero en una imagen actual |ARCHIVO LOTY

La Dénia de las mansiones victorianas

Las casonas del XIX solo cuentan en la actualidad con protección parcial y peligran elementos esenciales como los zócalos, escaleras o pavimentos

El gusto victoriano llegó a Dénia por el mar. Los barcos que llevaban a los puertos británicos la pasa regresaban con chimeneas y estufas de hierro fundido para las grandes mansiones que se construyeron en el siglo XIX. La arquitectura se empapó de influencias maravillosas. El arqueólogo municipal Josep A. Gisbert destaca que realizar hoy una ruta por estas casonas descubre una Dénia insólita, victoriana y de gran interés patrimonial. La estética de la pasa dejó una impronta excepcional en el paisaje urbano.

La Rota de Merle, en una imagen tomada en 1934 |

El arqueólogo ha ofrecido la primera conferencia de unas jornadas de patrimonio urbano que analizan, precisamente, la arquitectura de ese momento. Gisbert echó una ojeada a las mansiones y rindió homenaje a Tomás Llorens, recientemente fallecido y figura clave en el arte (fue el primer director del IVAM).

Casa de Pedro Riera, en el Camí de Santa Llúcia |

Llorens rehabilitó a mediados de los 80 la Rota de Zarzo, una casa que se asoma a la playa de la Marineta Cassiana y que tiene un aire a la de Psicosis, el filme de Alfred Hitchcock.

Esa restauración funcionó como un aldabonazo. Las casonas del XIX recuperaban la vida. Llorens ayudó a sacudirle las telarañas a un patrimonio que amenazaba ruina. Gisbert recuerda que en 2018 el Museo de Dénia organizó una visita guiada a la Rota de Zarzo. «Fue un éxito. Se apuntaron 175 personas».

«Estas casas son tótems en el paisaje. Se descubren paseando», indica el arqueólogo, que también recordó en su conferencia a Francisco Javier Bonilla Musoles, fallecido en 2008. Su libro, «Arquitectura suburbana en el Marquesat de Dénia», incluye fotografías y alzados de estas mansiones.

Gisbert indica que, por un lado, hay casas de líneas academicistas y neoclásicas y, por otro, mansiones influenciadas por el historicismo y que son pura mezcolanza. Estas últimas beben del neogótico, del neomudéjar y de lo que el arqueólogo llama «neorenacimiento»

La Torreta Riera Suárez o de Arguimbau, en la Marineta Cassiana |

Pero estas mansiones también guardan historias cotidianas. Gisbert las ha conocido de la mano de Elena y María Riera Bosch, les Cassianes, Carlos Soler d’Hyvern o Carmen Momparler, quien evocaba las fiestas de los años 40 y 50 en las que cantaba el gran tenor Cortis.

El arqueólogo advierte de que estas casas no cuentan en la actualidad con protección integral. Elementos esenciales como zócalos, forjados, cajas de escalera o pavimentos podrían desaparecer de la noche a la mañana. Urge preservarlos. Esos ornamentos son sublimes.

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