En los acantilados de la Marina Alta, los equilibrios (los naturales) son frágiles y difíciles. Ahora los caminantes de las alturas, los acróbatas que pasean por la cuerda floja, han descubierto estos cortados de vértigo. Los funambulistas dan pasos en el aire en la cara norte del Cap d’Or de Moraira.

«Es un lugar excepcional para el slackline. Lo primero que quiero aclarar es que llevamos arneses y hay líneas de seguridad. No corremos riesgos. Y también debe quedar claro que esto es distinto al funambulismo, modalidad en la que se camina sobre un cable de acero totalmente tenso. Nosotros caminamos sobre una cinta», aclara uno de los jóvenes introductores de estos equilibrios en el acantilado del Cap d’Or. Este joven prefiere mantener el anonimato, ya que esta disciplina está ahora mismo en un vacío legal. Lo del vacío es intrínseco a estas acrobacias. «Pero está bien que se conozca. Queremos tener una regulación. El highline (la cinta está a una altura superior a los 20 metros) que es lo que nosotros hacemos en el acantilado no tiene impacto en el medio natural. Los anclajes no dañan los cortados. Además, en el Cap d’Or están los anclajes de las vías de escalada. Todos los que lo practicamos somos ecologistas y no dejamos residuos. Las instalaciones las desmontamos cuando acabamos», afirma este aficionado a caminar por los cielos.

Las cintas y un equilibrista en el espectacular paisaje de acantilados de Moraira y el Poble Nou de Benitatxell MARIN DUGANDZIC

«Claro que los primeros pasos te dan vértigo. Y es una modalidad mentalmente muy exigente. La adrenalina te desgasta y te agotas muy rápido».

Los jóvenes que han paseado por estos imponentes cortados tiraron primero una línea de 60 metros y luego han llegado a colgar cintas de 200 y 500 metros. El citado joven asegura que esta abrupta costa de la Marina Alta permitiría tirar cuerdas de récord mundial.

«No es, desde luego, una modalidad de masas. Además, estar allí arriba, solo, te permite hacer un viaje muy personal e introspectivo. Es una sensación muy especial. Se te dispara la adrenalina, pero luego debes tener una gran capacidad de concentración».

Los jóvenes equilibristas, colgados del vacío en el Cap d'Or MARIN DUGANDZIC

Estos jóvenes también acuden a caminar en el vacío en el embalse de Guadalest. Afirman que en València sí hay una asociación de slackline, pero en la Marina Alta todavía son pocos los aficionados a estas acrobacias de vértigo.

Los funambulistas siempre se han sentido inclinados (quizá inclinado no es la palabra, que caminan muy erguidos) por los paisajes urbanos y naturales más impresionantes. El francés Philippe Petit caminó entre una torre gemela y otra del World Trade Center de Nueva York el 7 de agosto 1974. Fue una hazaña ilegal. Pero estos acróbatas también suelen columpiarse en el delgado alambre de las reglas. Este mismo funambulista realizó otras proezas como la de pasear por una cuerda floja tendida entre las dos torres de Notre Dame de París. Mientras, el Gran Blondin, también francés, cruzó en 1859 las cataratas del Niágara sobre un cable de acero de 335 metros, proeza que también realizó en 1877 la equilibrista italiana María Speterini, que ha pasado a la posteridad como la Heroína del Niágara. Otro de los templos de los funambulistas es el cañón del Colorado.

Un joven, agotado por el esfuerzo recupera fuerzas tumbado en la cinta MIRAN DUGANDZIC

Ahora el acantilado del Cap d’Or se une a esas alturas míticas en las que estos osados deportistas se balancean en el abismo. Eso sí, los míticos acróbatas citados caminaban sobre el alambre sin medidas de seguridad. Los jóvenes del Cap d’Or son más prudentes. Portan arneses y tiran también cuerdas de seguridad que van paralelas a las cintas flojas de los pasos en el aire.

Los funambulistas recorren suspendidos en el vacío el litoral de acantilados MIRAN DUGANDZIC