Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Sueños y sombras de Xàbia, donde más firmas nacieron en el peor año

La prosperidad causada por los chalés de lujo y el turismo nacional arrastra también su cara amarga

Viviendas en construcción en Xàbia.

«Nueva vida para un palacio gótico del siglo XV de Xàbia». Así titulaba este periódico una información el pasado 31 de enero que en realidad daba cuenta de una gesta valiente: la decisión de una empresa de abrir un nuevo negocio en uno de los edificios más singulares y con más siglos a cuestas del corazón de ese municipio, frente a su magnífica iglesia-fortaleza también de origen gótico. ¿Por qué es una gesta? Por abrir en plena crisis sanitaria; por hacerlo en un casco histórico de un municipio turístico donde los pequeños comercios han tendido a cerrar en los últimos tiempos; y porque el nuevo negocio no es un bar, que es lo que más se inaugura en Xàbia y en el resto de la Marina Alta, sino un estudio de interiorismo llamado «Mercader de Indias que ya desde València había decorado numerosos chalets de lujo de Xàbia, tantos, que ahora ha decidido abrir una tienda aquí.

Eso explica en parte porque Xàbia fue el municipio que en este último año abrió más empresas de toda la Comunidad Valenciana: su negocio inmobiliario durante la crisis sanitaria destinado a clientes de alto poder adquisitivo que buscan inmuebles exclusivos no sólo se mantuvo sino que creció. Y es lógico pues que nazcan nuevos proyectos empresariales vinculados a esa boyante actividad urbanística.

Durante este pasado verano, pese a la amenaza de la pandemia, a Xàbia no le fue mal, al contrario: estuvo a punto de morir de éxito. Fue uno de los destinos elegidos por muchísimos visitantes nacionales, en especial de València pero también de otras latitudes del país, que antes de la crisis del covid viajaban a destinos europeos cuyo acceso se volvió muy complicado por la pandemia. Y eso hizo que viniera incluso demasiada gente: sus calas, limitadas por aforos, ponían el cartel de no hay billetes a primera hora de las mañanas; viajes de final de curso formados por hasta veinte personas alquilaron chalets con capacidad para la mitad; y la policía se volvió loca persiguiendo botellones itinerantes por medio municipio.

Eso, que provocó un alivio para su tejido empresarial tras tantos reveses, arrastra pues su lado sombrío. Y ya no solo por una cuestión de seguridad ciudadana, sino por otros dos motivos: la presión que el turismo ejerce sobre el paisaje costero, hasta el punto de que el alcalde, José Chulvi, ha pedido ayuda a la Conselleria de Transición Ecológica para paliar los efectos de ese incremento demográfico sobre parajes del litoral que se llenan de turistas y de residuos; y el eterno problema de una estacionalización excesiva: se gana dinero y se crea riqueza en el verano pero falta por saber qué ocurrirá en el invierno.

De este modo, Xàbia aspira a dos cosas: a desestacionalizar su turismo -ha nacido algún nuevo hotel para fines de semana fuera de temporada-; y a que además de la actividad turística y del urbanismo hayan otros focos de riqueza centrados en la tecnología o el teletrabajo. Para que esas nuevas empresas ahora creadas se consoliden en el futuro.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats