Manuel Mir Cruañes cumplirá el próximo mes de agosto 87 años. «Lo que quiero es que me dejen vivir tranquilo. Gasté todos los ahorros de una vida en comprar este piso porque quería volver a mi pueblo, Xàbia». Desde entonces, todo ha sido luchar. En 2007, pasó cuatro meses (incluidos julio y agosto) apostado ante la inmobiliaria que le vendió el piso y no se lo quería entregar. El juez le autorizó a tomar posesión de su casa. Allí vive desde hace 11 años. Es el único habitante de la finca fantasma, que ahora pertenece a la Sareb (el banco malo).

Manuel, al que en Xàbia se le conoce como el «abuelo coraje», resiste y resiste. Le planta cara a un Goliath que intenta debilitarlo cada día. «Ahora me han cortado la luz de la escalera y de la antena. A quitar la antena vinieron a las 5 de la tarde del 28 de junio. Estaba haciendo la siesta y aprovecharon ese momento. Es hacer maldad por maldad, ya que la antena a ellos no les cuesta ni un euro».

Manuel enciende la tele y no hay señal. Para una persona mayor que vive sola, la televisión es una compañía. Pero este anciano también lee mucho y pinta. Cuando vivía en Barcelona logró varios premios de fotografía. Asegura que no van a poder con él.

«Para el banco y la Sareb soy un bicho que se les ha metido en la finca. Pero estoy en mi piso. Lo que quiero es que me dejen vivir tranquilo, nada más».

Además, advierte de la negligencia que es dejar la escalera sin luz. Tampoco hay luz de emergencia. Por la noche, este espacio de la finca se queda totalmente a oscuras. «Si tuviese un accidente, mis hijos ya saben que tienen que denunciar a la Sareb e ir a por todas. Es criminal que a una persona mayor se la someta a esto», advierte, y señala que quieren dejarlo «aislado». De hecho, al no haber luz en la escalera, tampoco funciona el interfono. «Si alguien viene a verme y llama desde abajo, no lo escucho. Me quieren incomunicar por completo».

El «abuelo coraje» recuerda que está pendiente el juicio por estafa contra el promotor que construyó la finca y le vendió el piso. También precisa que este «estafador» nunca pagó al ayuntamiento el IBI del solar de 130 metros cuadrados. «Me han pasado a mí esa deuda. Pero el juez ya dejó claro que mi piso estaba libre de cargas. No me pueden reclamar 400.000 euros. ¡Eso es lo que vale un chalé y yo tengo un piso de 50 metros cuadrados!».

Manuel recalca que él no le debe ni un euro al ayuntamiento. Está al día en el pago del agua y en los recibos del IBI de su casa.

Le indigna que le digan que es un okupa. «Estoy en mi casa. Pero me tienen acorralado. Constituyeron la comunidad de propietarios y el presidente, el secretario y el tesorero son el banco».

Este vecino de Xàbia echa la llave por dentro al entrar en la finca. «Podrán pasar, claro, los trabajadores de la empresa del agua, los electricistas y los técnicos que vengan a arreglar la finca. Entrarán sin problemas y les estaré muy agradecido. Pero no pasará nadie del banco que venga a enseñar los pisos para venderlos. Yo no colaboro en una estafa», indica Manuel, que ha colgado del balcón de su piso una pancarta bien explícita.