A partir de las 19 horas, empezaron a llegar ayer al Espai Veïnal y al colegio Ambra de Pego los desalojados de los pueblos de Benialí y Benirrama y de la Vall d’Alcalà ante la amenaza del fuego descontrolado. Junto a los evacuados de las viviendas de la zona del Calvari de Pego, suman un millar de personas que anoche no pudieron dormir en sus casas. Cruz Roja empezó a instalar un albergue provisional para 200 personas, junto al paseo Cervantes.

Mientras, Pepita, del bar-restaurante L’Entrada, en la Vall d’Ebo, hablaba angustiada para INFORMACIÓN. Afirmaba que al pueblo, castigado por la despoblación, solo le faltaba «la catástrofe» del incendio. «La gente joven no quiere venir a vivir aquí. Y ahora solo hay cenizas», lamentaba.

El incendio en la Vall d'Ebo calcina 2.200 hectáreas y se estudian desalojos

El incendio en la Vall d'Ebo calcina 2.200 hectáreas y se estudian desalojos INFORMACIÓN

Por su parte, Dori, rememoraba: «Teníamos las llamas encima del pueblo. Hemos cogido lo necesario para pasar la noche. Nos da una pena enorme. En la Vall de Gallinera está ardiendo un bosque frondoso y de gran valor ecológico». Esta vecina, que junto a Mireia, señaló que en Benialí lo tenían todo listo para celebrar el día grande de los Moros y Cristianos , explicó que les habían dicho que a las 21 horas cambiaría el viento y que lo haría retroceder hacia terrenos ya calcinados. «Esperemos que sea así y que no haga más desastre. Este incendio le hace muchísimo daño a los pueblos pequeños», dijo.

«Escuchábamos el fuego en la puerta. La noche ha sido un infierno» | JUANI RUZ

Mientras, Alicia que también es vecina de la Vall d’Ebo, revivió el momento de ponerse a salvo: «La policía local de Pego vino y nos dijo que en 10 minutos teníamos que estar fuera. Me ayudaron a sacar a mi madre, que es mayor. Mi padre y yo hemos pasado la noche dando vueltas por el pueblo. Es una pesadilla», manifestó.

«Escuchábamos el fuego en la puerta. La noche ha sido un infierno»

Lo mismo opinó Carmen: «La noche ha sido un infierno. Escuchábamos el fuego crepitar como si lo tuviéramos en la puerta de la casa. Las llamas han rodeado en nada todo el pueblo y nos hemos quedado en medio, como una isla», relató esta mujer.

Te puede interesar:

Por su parte, Juan Frau, vecino también de la Vall d’Ebo, calificó el siniestro de «desastre». «Han ardido muchos bancales de cultivo. Es un drama para un pueblo pequeño como el nuestro». No en vano, en la Vall d’Ebo, los agricultores siguen cultivando el «perelló», una manzana de excelente sabor y que se conserva durante meses.

La naturaleza y el turismo de interior es su otro gran recurso. Por eso, este desastre ecológico es también un desastre económico.