Imponen una fianza de 1,9 millones a dos extrabajadores de una inmobiliaria de Xàbia por estafar a su empresa

Los acusados habrían usurpado clientes y proyectos a la mercantil para la que trabajaban

Se enfrentan a una posible pena de tres años y seis meses de cárcel

Imagen del litoral de Xàbia

Imagen del litoral de Xàbia / A. P. F.

Alfons Padilla

Alfons Padilla

Xàbia

La información es poder. También en el más que boyante negocio inmobiliario de Xàbia. De hecho, en este sector, la información, más que poder, es dinero contante y sonante. La «broma» ya les ha salido cara a los dos acusados de usurpar clientes y proyectos a la inmobiliaria, especializada en la construcción y venta de chalés de lujo, para la que trabajaban. La jueza de Dénia que ha instruido el caso y que ya ha decretado la apertura de juicio oral (será en el juzgado penal de Benidorm) ha impuesto una fianza de 1,9 millones de euros a Oliver V. y Maeva V. La fianza se divide en 1.750.000 euros que deben abonar conjuntamente y los 35.013 euros que le toca depositar a Maeva y los 105.821 que le corresponden a Oliver.

La Fiscal pide para cada uno de los acusados dos años de prisión por un delito de estafa y un año y 6 meses por el delito de descubrimiento y revelación de secretos empresariales.

A los procesados los ha denunciado su antigua empresa, Miralbó Urbana. Oliver trabajaba en el departamento comercial de esta mercantil desde 2016 y Maeve se incorporó en 2021. Ambos firmaron cláusulas de confidencialidad y de confianza absoluta con el gerente de la inmobiliaria. Tenían acceso a todos los secretos de la mercantil: el «know how», las bases de datos, los contactos, los clientes o la estrategia de empresa.

Datos de clientes y proyectos

Toda esa información era muy golosa. En el escrito de acusación se indica que Oliver y Maeve constituyeron una nueva sociedad, Koch&Varlet Luxury Realtors, dedicada a la misma actividad que Miralbó Urbana y se afanaron, «con ánimo de obtener beneficio patrimonial ilícito, en vaciar parte de los correos electrónicos, llevándose información de clientes y proyectos».

No realizaban, según la Fiscal, ventas de chalés para la empresa en la que estaban en nómina. Desviaban a los clientes a su mercantil. El pastel se destapó cuando un cliente envió, por error, un pago a Miralbó y no a la otra firma. La inmobiliaria ahora denunciante descubrió «las maniobras fraudulentas dirigidas a apropiarse de clientes y del negocio».

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