Concluye un estudio realizado por investigadores británicos que la regeneración natural es la mejor forma de lograr bosques nativos a partir de tierras de cultivo abandonadas. Nos gustaría que fuese cierto, pero esta conclusión no se aplica por igual en todas las partes del mundo.

Estos científicos, que evaluaron la recuperación del bosque en dos terrenos en los que la actividad agrícola cesó hace 24 y 59 años, argumentan que, en vez de protectores de plástico, es mejor dejar que crezca el matorral. Y en vez de repoblaciones, es preferible dejar que aves y roedores entierren semillas y que el viento las arrastre.

“Los árboles se plantan solos, con la ayuda del viento, las aves y los mamíferos”, resaltó Tony Juniper, presidente de Natural England. Pero esto no siempre funciona. Sirva este artículo para desgranar los motivos y conclusiones en los que no coincidimos con el citado estudio.

Si estos investigadores tienen razón, el esfuerzo reforestador de entidades como Reforesta y de otras instituciones no tendría sentido, ya que bastaría dejar hacer a la naturaleza. Sin embargo, a menudo, la regeneración natural no puede sustituir a la reforestación. Veamos porqué.

Bosques y humedad

Un detalle fundamental es que los terrenos estudiados se ubican en un país húmedo (Reino Unido) y en el momento de su abandono estaban rodeados de bosques maduros poblados por robles y otras especies. Aunque en su artículo citan que en España se da el mismo patrón, pensamos que eso ocurrirá sólo en zonas de nuestro país con las mismas características que los terrenos objeto de esa investigación.

Plantación de un árbol Reforesta

Incluso cuando no hay ninguna intervención humana, por desgracia, es muy frecuente que los bosques no puedan recuperarse si no media una reforestación. Esto sucede cuando concurren uno o varios de los factores siguientes:

  • Clima desfavorable.
  • Suelo empobrecido por la erosión y la sobreexplotación.
  • Ausencia de árboles y arbustos productores de semilla en los alrededores.
  • Presencia de ganado o herbívoros silvestres

Tres cuartas partes de España son vulnerables a los efectos de la desertificación. Las precipitaciones son escasas e irregulares; la media estatal ronda los 650 mm anuales, pero un 32% del territorio recibe tan sólo entre 300 y 500mm de precipitación anual y en el sureste la media anual desciende hasta menos de 300mm. El incremento de la temperatura y la menor precipitación en verano provocados por el cambio climático están aumentando las necesidades de agua de las plantas al tiempo que disminuyen su disponibilidad.

En cuanto al suelo, según el Programa de Acción Nacional contra la Desertificación, amplias zonas se caracterizan por la abundante pedregosidad, pequeño espesor, contenido en carbonato de moderado a alto, perfiles esqueléticos y texturas y estructuras erosionables o compactas y pesadas. La accidentada orografía multiplica las áreas con fuertes pendientes en las que las pérdidas de suelo son mayores.

De hecho, en casi la mitad del país se pierde más suelo que el que la naturaleza es capaz de reponer

Un bosque no es solo una agrupación de árboles de la especie que le da nombre. Es decir, en un encinar no hay solo encinas, ni en un robledal solo robles ni en un hayedo solo hayas. Éstas son las especies dominantes, pero es esencial para la salud de los bosques que haya diversidad de especies de árboles y arbustos acompañantes, que son aquéllas que cuentan con menos efectivos, pero producen alimento y refugio para la fauna, mejoran el suelo y hacen de cortafuegos a la expansión de las plagas que asolan a los bosques pobres en especies.

Masa forestal Unsplash

Pues bien, solo hace falta darse una vuelta por los campos de amplias áreas de España o visitar alguna de las múltiples reforestaciones monoespecíficas de pino para comprobar la ausencia de pies, especialmente de las especies acompañantes, aunque muchas veces también de las dominantes.

Por ello, la regeneración natural que se da en parte del país produce a menudo espesos e insanos bosquecillos de raquíticos árboles, pobres en especies y, frecuentemente, también en individuos, porque lo que parecen muchos árboles en realidad son muchos menos, pero con varios troncos cada uno.

La depredación de los herbívoros

Por último, en relación con los herbívoros, a la poblada cabaña ganadera en extensivo se añade la creciente población de herbívoros silvestres (cabras montesas, ciervos, corzos, gamos, jabalíes). Aunque a todos los queremos, son una pesadilla para quienes soportamos que coman uno tras otro los brotes de los árboles que plantamos, salvo que instalemos costosas protecciones perimetrales.

En Reino Unido, la feracidad del suelo y la abundancia de agua favorecen la rápida recuperación de la vegetación, de modo que los arbustos protegen a los árboles y la cantidad de pies es tan alta que el impacto de los herbívoros se amortigua.

Sin embargo, en muchas zonas de España, cada árbol o arbusto mordisqueado por un herbívoro es una derrota de la regeneración natural

Seguramente, si los investigadores que han firmado este estudio visitaran este tipo de zonas, tan frecuentes en España, cambiarían de opinión. En lugares así, las semillas, o no llegan, o no llegan las de todas las especies que debería haber, o las que llegan no prosperan porque se las comen los animales o no soportan la sequía y las pobres condiciones del suelo.

Por todo esto, Reforesta y otras organizaciones sembramos, plantamos, regamos y protegemos los árboles frente a los herbívoros.

Hemos de asumir que, igual que en España construir autopistas y trenes de alta velocidad es mucho más caro que en países llanos, la recuperación de los bosques también lo es, debido al conjunto de condiciones descritas. Podemos decir que, en general, España no es un vergel, de momento…

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