Un estudio del Observatorio Pirenaico del Cambio Climático señala que el 63% de las estaciones de esquí de esta cordillera serán inviables si no se aporta nieve artificial en un escenario de aumento de 2ºC  de la temperatura. ¿Está en peligro el futuro de una actividad que mantiene miles de empleos en España?

El turismo de nieve es un sector económico de gran relevancia en las zonas de alta montaña del Pirineo y del restos de España, por ejemplo en Sierra Nevada, y también uno de los más vulnerables al cambio climático. El proyecto de investigación NIVOPYR es una iniciativa internacional de la Comunidad de Trabajo de los Pirineos dirigida a evaluar la influencia del cambio climático en la evolución del turismo de nieve, y más específicamente el esquí alpino, en los Pirineos. La disminución de las nevadas es un hecho que se ha incrementado desde 1990 debido al calentamiento global; de ahí la preocupación.

Estación de Sierra Nevada. EFE

En el periodo 2005-2012, por ejemplo, las estaciones eapañolas de esquí tuvieron una facturación de 103 millones de euros de media. El conjunto de las estaciones disponen de 190.095 plazas hoteleras, por lo que el turismo de esquí es esencial para las zonas rurales y periféricas de amplias regiones montañosas, así como para su bienestar socio-cultural y económico.

Pero las áreas de montaña han sido identificadas como regiones especialmente vulnerables a los efectos del cambio climático. De hecho, ya ha cerrado una estación con gran solera en España: la del puerto de Navacerrada, que será transformada en instalaciones de tipo ambiental y verá desmanteladas sus infraestructuras de esquí. La razón, según el Ministerio (propietario del terreno) es la progresiva pérdida de nieve por el calentamiento global y otros impactos generados por la masiva afluencia de turistas.

Un informe del Observatorio Pirenaico de Cambio Climático sobre el calentamiento de los Pirineos mostró recientemente cómo en su parte central, la situada a 1.800 metros de altitud, podría perder el 50% de su manto de nieve para el 2050.

Pero en zonas más bajas, la situación podría ser aún más dramática, con una reducción del 78% por debajo de 1.500 metros durante el último cuarto de siglo. Y es que en los Pirineos, la temperatura media ya ha aumentado en 1,2 grados en 50 años, un 30% más que en el resto de sistemas montañosos europeos.

La Agencia Estatal de Meteorología prevé, por ejemplo, para Aragón un aumento del valor medio de la temperatura máxima a lo largo de todo el año de entre 4º y 6 °C, y de entre 2º y 4 °C en invierno. La conclusión nos llevaría a un aumento del valor medio de la temperatura mínima a lo largo de todo el período anual de entre 3º y 5 °C, y de entre 1º y 3 °C en el periodo invernal, todo ello en un supuesto intermedio del nivel de emisiones.

Esto, por lo que se refiere a las máximas y las mínimas, porque las temperaturas medias, según estos informes, subirían entre 2º y 5º centígrados.

Muy notable a partir de 2050

Estas subidas ya se están notando, pues los registros demuestran un aumento sostenido de la temperatura desde hace décadas, pero comenzarán a ser acusadas a partir de 2050, de forma que, para ese momento, el incremento se prevé en torno a dos grados centígrados en el caso de las temperaturas medias máximas invernales y entre 1º y 2° centígrados para las temperaturas medias mínimas invernales.

Por lo que se refiere a Sierra Nevada, también hará más calor, pues, por una parte, la temperatura media anual aumentará, y por otra la zona afrontará episodios de olas de calor más frecuentes. Las precipitaciones se harán más escasas y, como consecuencia, la temporada de esquí se verá reducida. «La disminución de las precipitaciones en forma de nieve y la contracción espacial del espesor del manto de nieve, debido al aumento de las temperaturas, van a generar un descenso de los ingresos por el turismo de esquí y otras actividades de invierno en el entorno de Sierra Nevada».

Así lo recoge un estudio del Plan Andaluz de Acción por el Clima, cuya vigencia se prevé hasta 2030. El documento establece el panorama al que se enfrenta, por ejemplo, la provincia de Granada de mantenerse la tendencia observada en los últimos años. Como ya es conocido, uno de los enclaves que se verá más afectado –y que de hecho sirve como elemento referencial, de laboratorio del cambio climático– es Sierra Nevada.

El anexo publicado por la Junta va al terreno de lo práctico y establece que ese escenario previsto supondrá un descenso de ingresos por turismo de esquí y actividades alpinas.

«Ante la reducción del periodo de nieves, se prevén modificaciones de los patrones turísticos, y con ello movimientos de población tanto de turistas como de gestores y personas trabajadoras». Este punto se refiere específicamente a Sierra Nevada, aunque no lo nombre, dado que es la única estación de esquí de Andalucía.

Esta situación conllevará una pérdida de nieve en las estaciones españolas, como sucede en general en Europa. En varios países ya están reorientando la actividad de las estaciones de esquí hacia otras actividades: excursionismo, montaña, educación ambiental...

Una alternativa para combatir esta pérdida de nieve es la instalación de cañones de nieve artificial. El informe del Observatorio Pirenaico señala que, con una subida de las temperaturas de 2ºC, el 63% de las estaciones de esquí serán inviables sin nieve artificial. De hecho, ya hoy muchas estaciones españolas dependen de ella para salvar la situación. Pero el enorme corte energético de este sistema lo hace, según los expertos, altamente insostenible.

El panorama no puede ser más incierto.

Jorge Olcina: "Es un hecho que en el Pirineo han descendido un 10% las nevadas"

Climatólogo. Presidente de la asociación española de geógrafos

Se habla mucho de que el cambio climático multiplicará las sequías y las inundaciones, pero ¿cómo afectará a las nevadas?

Por supuesto, el cambio climático debido a la subida de temperaturas va a suponer cambios en la presencia de nieves en la montaña. De hecho, ya se está notando desde hace años la reducción de los glaciares de montaña en muchas zonas del mundo. Y, junto a ello, está la disminución de precipitaciones de nieve que los modelos están señalando en casi todo el mundo, con algunos matices regionales. 

¿Han notado ya este fenómeno en España?

En España ya se ha producido una reducción de los glaciares y neveros de montaña de forma notable desde 1990 hasta la actualidad. Por ejemplo, en el Pirineo, diferentes estudios han señalado que esa disminución afecta ya a un 10% de su superficie inicial desde ese año, por término medio. Se ha reducido también la temporada de nevadas, debido al proceso general de subida de temperaturas. 

 ¿Cuáles son las principales consecuencias del calentamiento?

En general, el calentamiento térmico que experimenta la Tierra de forma destacada desde hace cuatro décadas va a suponer un incremento de los episodios atmosféricos de calor y una disminución de los de frío. Pero eso no quita que podamos (y así será) seguir registrando episodios de nevada intensos como el que ocurrió a principios de año con la borrasca Filomena, debido a que la circulación atmosférica en nuestro hemisferio se está volviendo más meridiana, y nos acerca con más frecuencia masas de aire polares o árticas que generan eventos de nevadas intensas.

Se habla mucho del aumento de las noches tropicales y el aumento de la temperatura del mar ¿Es aplicable también a las cumbres?

No, de forma directa, pero si indirecta. La presencia de aguas cálidas en el mar Mediterráneo favorece que, si se producen Danas o gotas frías en meses de invierno, se desarrollen nevadas «torrenciales» como ya se han registrado estos años pasados en áreas del litoral Mediterráneo, tanto en montaña como incluso en ciudades próximas a la línea de costa. Por su parte, la subida de temperatura durante los veranos, aunque no lleguen a los valores de las ‘noches tropicales’ están favoreciendo el desarrollo de jornadas de calor y pérdida de confort térmico de forma cada vez más habitual en áreas de montaña, que hasta ahora siempre se han caracterizado por sus temperaturas, incluso ‘frescas’ en verano.

Episodios como los de la tormenta Filomena, ¿ayudan a confirmar el cambio climático o generan más escepticismo entre la población?

Fenómenos como el de la borrasca Filomena, van a ser más frecuentes a partir de ahora, porque el aire ártico que procede directamente del polo norte, se está descolgando cada vez con más frecuencia hacia nuestras latitudes. Y esto es un efectos del proceso de calentamiento climático general que vive nuestro planeta. Esto es debido a que la corriente de vientos que rodea el polo norte se ha debilitado y circula cada vez más en forma de meandro de un río, y no de forma rectilínea. De este modo, se favorece que el aire ártico llegue a nuestras latitudes de forma más habitual. Y cuando se descuelga ese aire ártico, desarrolla gotas frías o DANAS que en invierno dan lugar a temporales de nieve que pueden llegar a ser torrenciales, como ocurrió con Filomena o como ocurrió en enero de 2020 con la borrasca Gloria en muchas zonas del interior del litoral mediterráneo. Es un efecto del calentamiento atmosférico en la circulación atmosférica de latitudes medias.