El gran incendio forestal de septiembre en Sierra Bermeja (Málaga) quemó la cobertura vegetal que absorbe y frena el fujo de las precipitaciones montaña abajo, lo que amenaza con desertificar el monte. Ahora, investigadores del CSIC están analizando una técnica de blindaje contra la erosión, aplicando restos de pino triturado.

La lluvia fue la salvación de Sierra Bermeja cuando el pasado septiembre fue arrasada por las llamas de un incendio inédito. Ahora, en cambio, puede ser un problema para una tierra aún demasiado yerma para las fuertes precipitaciones que están descargando en la provincia tras duros meses de sequía.

En la estación de Los Reales de Sierra Bermeja se acumularon en un solo día, la semana pasada, 190 litros por metro cuadrado, según datos de Hidrosur, y desde la carretera hacia el puerto de Peñas Blancas se podía comprobar cómo ese agua caía en forma de fuertes escorrentías montaña abajo, formando auténticas cascadas.

Esa caída violenta de la lluvia es consecuencia de los estragos que el fuego provocó en la sierra, que la dejó desprovista de la cubierta vegetal que protege el suelo de la erosión y que contribuye a absorber las precipitaciones.

Zona quemada tras el incendio de Sierra Bermeja (Málaga) Daniel Pérez

«Toda la escorrentía aguas abajo de lo que se quemó lógicamente es debido a que aguas arriba no hay suficiente vegetación para, de alguna forma, regular ese caudal que está cayendo», explica el científico titular del INIA-CSIC, Javier Madrigal. «Se están viendo en directo los efectos de un gran incendio forestal y las repercusiones que tiene a medio plazo», añade.

Crear “escalones naturales”

Esos potentes torrentes de agua generan una fuerza de arrastre que daña el suelo y elimina las semillas de las que depende la regeneración del bosque, como apunta Javier Martos, coportavoz de la Plataforma Sierra Bermeja Parque Nacional.

Para tratar de frenar esa pérdida de suelo, una parte de las obras de emergencia emprendidas por la Consejería de Medioambiente tras el incendio están centradas en crear «escalones naturales» en las laderas empinadas de la sierra para frenar la velocidad con la que el agua discurre por ella.

Para ello se han empleado los propios troncos quemados, así como toda la vegetación calcinada que se reservó después del incendio.

«Todo lo que es la masa forestal incendiada la hemos utilizado como una forma de hacer paredes naturales y evitar que ese suelo, esa cubierta básica, con las lluvias se fuera arroyo abajo y se perdiera, y no hubiera sustento para mantener en los próximos tiempos un bosque tal y como lo teníamos hasta ahora», explica el delegado de Medioambiente, José Antonio Víquez, que reconoce que, en algunos puntos de Sierra Bermeja, la intensidad de las precipitaciones y su caída en picado por las laderas han vencido estos diques naturales, generando esas imágenes de cascadas cayendo sobre las carreteras del Valle del Genal.

Incendio en Sierra Bermeja, el pasado mes de septiembre Álex Zea

«Nosotros pretendíamos evitar precisamente que estas lluvias, que hubiésemos esperado mucho antes, se hubieran llevado el suelo y lo hubieran lavado. Si no se hubieran hecho estas obras de emergencia la situación hubiera sido catastrófica», señala.

Esas escorrentías que ejercen fuerza de arrastre allá por donde pasan provocan no solo una pérdida de suelo, tal y como subraya Javier Madrigal, sino que generan problemas de seguridad vial en las carreteras de la zona, anegando desagües y acumulando sedimentos en zonas que podrían taponar otras salidas de agua.

Una nueva cubierta

Los investigadores de INIA-CSIC Sergio Prats y Javier Madrigal están investigando desde finales del año pasado una técnica de blindaje contra la erosión del suelo después de un incendio.

En su caso están aplicando el «mulching», una técnica que consiste en cubrir las áreas afectadas con restos de material triturado de la propia sierra.

«Tenemos unas parcelas que tienen 10 metros de largo y en la base de esa parcela, en dos metros aplicamos una superficie, un acolchado, de restos de pino triturado», explica el coordinador del estudio, Sergio Prats. «Hasta ahora tenemos una efectividad en la reducción de la erosión del 85%».

El objetivo, con estas medidas, es que el bosque resurja allí donde quedó destruido y se garantice la permanencia de la cubierta vegetal que ha de servir de base al mantenimiento del ecosistema.