En los últimos 50 años, la región ártica del planeta se ha calentado tres veces más rápido que la media global. Y ese calor creciente está derritiendo no solo el hielo marino, sino también el permafrost, que es el suelo permanentemente congelado que se extiende por Siberia, Alaska y Canadá.

Un estudio publicado desarrollado por investigadores de la Universidad de Wageningen (Países Bajos) en la revista científica Nature Communications ha revelado que las lluvias extremas de la estación estival, cada vez más frecuentes debido a los desequilibrios climáticos, están provocando un aceleramiento de la descongelación del permafrost.

Que ese suelo congelado desde hace miles de años se esté derritiendo cada vez más rápido tiene múltiples consecuencias. Por un lado, la afección directa a todo el ecosistema del Ártico así como a los asentamientos de población que están estrechamente ligados a la existencia del permafrost. Por otro lado, los gases de efecto invernadero.

El permafrost es el suelo helado del Ártico yourweather

El permafrost es uno de los mayores almacenes de dióxido de carbono y metano del planeta. En su interior se conserva una inmensa cantidad de materia orgánica que al descomponerse genera gases de efecto invernadero que acaban emitiéndose a la atmósfera.

En este complejo engranaje que conforma el permafrost, el aumento de la temperatura se ha consolidado como una de sus principales amenazas. Sin embargo, tal y como destacan los investigadores del estudio, hasta ahora se desconocían los efectos de las precipitaciones veraniegas intensas.

Esto es lo que han analizado los expertos del grupo de Ecología Vegetal y Gestión de la Naturaleza de la Universidad de Wageningen en un experimento desarrollado en el Noreste de la tundra siberiana. En este entorno, la científica Rúna Magnússon seleccionó 20 puntos de monitoreo y usó rociadores para aportar agua adicional a la mitad de esos puntos bajo estudio.

De esta manera, se simulaban los efectos de una lluvia de verano extremadamente intensa en puntos sometidos a análisis durante varios años con el objetivo de averiguar, principalmente, la profundidad que alcanzaba el deshielo.

Los resultados revelaron un derretimiento un 35% más rápido en los sitios donde se aportó ese agua extra, dejando desprotegida una mayor cantidad de suelo susceptible de descomponerse y generar gases de efecto invernadero, un efecto que se prolongó incluso dos años después de rociar la lluvia simulada.

“No nos sorprendió que el permafrost se descongelara a mayor profundidad durante los veranos húmedos, pero que el efecto fuera tan extremo y durara varios años fue realmente inesperado", dice Magnusson”, confiesa Magnússon.

El permafrost se derrite en el entorno ártico canadiangeographic

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Por ello, además del aumento de las temperaturas, las cada vez más frecuentes precipitaciones torrenciales de verano también aparecen como una amenaza potencial para el mantenimiento del permafrost, esencial para preservar la vida tanto en su entorno cercano como a nivel global.

“Si solo tenemos en cuenta las temperaturas cada vez más cálidas, estaremos desestimando cuánto permafrost se está derritiendo debido al cambio climático y cuanto dióxido de carbono extra se está liberando”, continúa la investigadora de Países Bajos, que destaca que el desconocimiento del deshielo del permafrost podría incurrir en objetivos “demasiado optimistas” para frenar las emisiones y, por tanto, el empeoramiento del cambio climático.