Proteger la Antártida y sus mares. Es el firme propósito de la Unión Europea (UE), que encabeza un movimiento mundial para crear la mayor área marina protegida del mundo, que abarcaría más de tres millones de kilómetros cuadrados. Una veintena de países secunda la iniciativa europea, que ha elegido como uno de sus lemas una frase del periodista de divulgación científica español Antonio Calvo Roy: “Proteger la Antártida es protegernos a nosotros”.

La UE ha redoblado esfuerzos para crear esa área protegida tras la decepción registrada en la Cumbre de Glasgow sobre la crisis climática, celebrada en 2021, cuando esa propuesta se aplazó una vez más al menos por un año, debido al bloqueo de los líderes de Rusia, Vladimir Putin, y China, Xi Jinping.

El futuro del continente helado, mientras tanto, es cada vez más incierto, debido sobre todo a la sobrepesca en áreas que amenazan la cadena trófica para la fauna antártica y al imparable aumento de la temperatura del mar por el cambio climático.

Dos amenazas a la que empieza a unirse una tercera, el turismo, pues el número de personas que visita la Antártida pasó de 4.000 en el año 1990 a más de 80.000 en la actualidad. Y aunque esta cifra no parezca elevada dada la extensión del continente antártico, 14 millones de kilómetros cuadrados, el problema es que la mayor parte de las estancias se concentran en muy pocos puntos, como las islas Decepción y Rey Jorge, que presentan ecosistemas extremadamente frágiles.

“A la naturaleza no le importa la geopolítica”

El peligro que acecha a la Antártida ha hecho reaccionar a la UE. Ya en septiembre del año pasado el comisionado de Medio Ambiente, Océanos y Pesca, Virginijus Sinkevičius, organizó una reunión ministerial en busca de apoyo para designar nuevas Áreas Marinas Protegidas (AMP) en el Océano Austral.

Un grupo de pingüinos emperadores en la Antártida. pixabay

“En esta reunión ministerial reafirmamos el compromiso de la UE de preservar la rica y vulnerable vida marina del Océano Austral. Ahora es más imperativo que nunca actuar para cambiar el rumbo, ya que la pérdida de biodiversidad y el cambio climático están afectando a los ecosistemas frágiles a un ritmo sin precedentes”, señaló entonces Sinkevičius.

“Muchos países en todo el mundo han reconocido esta urgencia y ya se han convertido en copatrocinadores de las nuevas Áreas Marinas Protegidas, pero necesitamos que todos los miembros de la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA) se unan”, añadió el comisionado, quien recordó que las decisiones de la CCRVMA deben adoptarse por unanimidad.

Desafortunadamente, algunos miembros de la CCRVMA no comparten nuestro sentido de urgencia y aún no se han sumado al consenso sobre el establecimiento de esas áreas marinas protegidas”, apuntó Sinkevicius, en referencia a Rusia y China.

“Conocemos muy bien las razones de su vacilación y de su obstrucción. Pero a la naturaleza no le importa la geopolítica. Por lo tanto, es nuestro deber mantener la presión y continuar generando apoyo para nuevas áreas marinas protegidas entre los miembros de la CCRVMA. La designación de nuevas áreas marinas protegidas antárticas sigue siendo una alta prioridad para la UE y sus Estados miembros”, añadió Sinkevicius.

Tres propuestas encima de la mesa

En realidad, hay tres propuestas encima de la mesa, dos de ellas abanderadas por el bloque europeo y que abogan por declarar como zonas protegidas vastas áreas de la Antártida Oriental y el mar de Weddell, que unidas superarían los tres millones de kilómetros cuadrados. Respaldan la propuesta países como Estados Unidos, Nueva Zelanda, Australia, Noruega, Reino Unido y Uruguay. También se unieron en los meses pasados Corea del Sur, India y Ucrania, mientras que Japón y Brasil han solicitado participar como observadores.

Ejemplares de krill capturados en la Antártida. Efe

Antes, en 2018, Argentina y Chile habían presentado una propuesta conjunta para crear un AMP en la Península Antártica Occidental y el Arco Sur de Scotia, un área rica en biodiversidad marina que contiene el 75% de todo el krill antártico, y que se ve gravemente afectada por la actividad humana como la pesca y las severas impactos del cambio climático. Englobaría un área de 650.000 kilómetros cuadrados.

La aprobación de esas tres iniciativas significaría la mayor acción de protección ambiental de la historia de la humanidad, al salvaguardar casi cuatro millones de kilómetros cuadrados, una superficie equivalente al tamaño de la Europa continental.

Desde 2016 existe la reserva marina en el mar de Ross, con 1,55 millones de kilómetros cuadrados. Pero los líderes europeos sostienen que no es suficiente. Alertan de que el cambio climático está afectando severamente a la Antártida, una de las áreas de calentamiento más rápido de la Tierra, solo superada por algunas zonas del Círculo Polar Ártico. Las consecuencias futuras pueden ser catastróficas para el planeta. “Es fundamental que actuemos, y que actuemos ahora”, clama el comisionado.

La invasión de Ucrania, un obstáculo más

Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el calentamiento global está provocando que la capa de hielo de la Antártida sea cada vez más inestable, lo que podría acarrear consecuencias imprevisibles en las zonas costeras del planeta por el aumento del nivel del mar.

Mar de Wedell, en la Antártida. unsplash

Asimismo, el krill antártico juega un papel fundamental en la absorción de carbono, pero está siendo capturado en masas ingentes, sobre todo por Rusia y China, para añadirlo a complementos alimenticios para humanos por sus propiedades antioxidantes y por su riqueza en omega-3 y omega-6 que contribuye a la salud cardiovascular. Además, la corriente circumpolar ayuda a mantener la biodiversidad marina en todo el mundo a través del transporte de nutrientes vitales.

“Sabemos que las áreas marinas protegidas a gran escala conservan la biodiversidad marina, mantienen los ecosistemas y aumentan la resiliencia frente al cambio climático”, subraya Sinkevičius, quien admite que la invasión militar de Ucrania supone “un obstáculo más” para la protección de la Antártida. “Es difícil imaginar una cooperación con un país agresor como Rusia”, manifestó Sinkevicius, quien, pese a todo, aseguró que sigue siendo optimista.

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Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica.es