Hace unos 56 millones de años, la Tierra ya experimentó un importante cambio climático. Una gran liberación de carbono en el océano y la atmósfera provocó un aumento de las temperaturas globales de 5º a 8 °C y un aumento del nivel del mar. Este evento, llamado Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno (PETM), ocurrió en el transcurso de unas pocas decenas de miles de años, pero las causas y consecuencias de esta transición aún son objeto de un amplio debate.

Entre las razones más probables para explicar esta gran liberación de carbono a la atmósfera y a los océanos figura una actividad volcánica de carácter masivo en el Atlántico Norte, así como el derretimiento del permafrost de la Antártida o la liberación repentina de metano desde el fondo del océano.

Las principales evidencias de este antiguo cambio climático provienen principalmente de sedimentos marinos antiguos, pero para profundizar en el conocimiento de este período y aventurar lo que podría suceder por el actual cambio climático, también debemos comprender lo que sucedió en la tierra.

Para ello, un equipo de investigación analizó polen fósil distribuido en todo el planeta y conservado en rocas antiguas para reconstruir cómo cambió la vegetación terrestre y el clima durante este período.

V. Korasidis

La investigación, dirigida por Vera Korasidis, de la Universidad de Melbourne, y Scott Wing, del Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian Institute y publicada en la revista Paleoceanography and Paleoclimatology, demuestra que un aumento en la concentración de CO2 atmosférico desempeñó un papel importante en el cambio del clima de la Tierra y en la vida vegetal.

Los autores del estudio creen que podríamos ver un aumento similar en los próximos siglos como resultado de aumentos antropogénicos (causados ​​por humanos) en las emisiones de CO2.

El polen conservado en rocas durante decenas de millones de años permite reconstruir tanto comunidades florales antiguas como climas pasados. “Hemos aplicado este enfoque en todo el mundo, a muestras de fósiles de 38 sitios del Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno (PETM) de todos los continentes, excepto la Antártida. Este nuevo análisis de polen muestra que las comunidades de plantas PETM son distintas de las comunidades de plantas que había antes del PETM en los mismos sitios”, señala Korasidis.

Estos cambios en la composición floral, debido a las migraciones masivas de plantas, indican que aquel cambio climático causó transformaciones globales en la vegetación, aunque los tipos de plantas involucradas variaron según la región.

Las plantas se desplazan y, con ellas, los animales

“Cuando hablamos de migración de plantas, nos referimos a movimiento de plantas, ya que las semillas que se esparcen crecen mejor en un lugar o con un clima que en otros. En este caso lo hacen mejor en latitudes más altas y frías que en latitudes más bajas y cálidas”, añadió.

Las plantas pueden migrar más de 500 metros cada año, por lo que durante miles de años pueden desplazarse grandes distancias.

Por ejemplo, en el hemisferio norte, los pantanos de cipreses calvos de Wyoming en los EE. UU. fueron reemplazados repentinamente por bosques subtropicales estacionalmente secos dominados por palmeras. Asimismo, en el hemisferio Sur, los bosques de podocarpáceas de clima templado húmedo fueron reemplazados por bosques de palmas subtropicales.

Estos desplazamientos de plantas indican que el PETM trajo climas más cálidos y húmedos hacia los polos en ambos hemisferios, y climas más secos estacionalmente hacia las latitudes medias.

V. Korasidis

Para explorar el alcance geográfico de estos cambios se ejecutaron también simulaciones de modelos climáticos. Estas simulaciones coincidieron con exactitud con los datos climáticos obtenidos en el estudio del polen, incluida la expansión de los climas templados a expensas de los tipos de clima frío hacia los polos, así como la expansión de los climas templados y tropicales en las latitudes medias.

Eso permite extraer enseñanzas para el presente: “Si los niveles actuales de CO2 continúan aumentando, el calentamiento y el derretimiento del permafrost podría liberar más carbono almacenado a la atmósfera igual que lo hizo hace 56 millones de años, y volveremos a ver estos cambios masivos en la vegetación como respuesta a cambios dramáticos en las condiciones climáticas locales”, señaló la investigadora.

La capacidad de migración de la vegetación dependerá de muchos factores, incluida la velocidad del cambio climático y la disponibilidad de áreas de migración adecuadas para estas plantas.

Pero allí donde vayan las plantas también irán los animales que dependen de ellas y eso incluye también a los humanos en muchos casos, recuerdan los científicos. Ello tiene implicaciones para la agricultura y la capacidad de desarrollar o no cultivos en determinadas regiones a medida que avance el calentamiento global.

Comprender este cambio global en nuestro planeta producido como resultado de un clima más cálido da una idea de nuestro futuro potencial. “¿Estamos preparados para mudarnos físicamente de nuestros hogares, como lo hicieron estos bosques antiguos, para adaptarnos al cambio climático, o podemos trabajar juntos ahora para evitar las consecuencias adversas del calentamiento global?”, se pregunta Vera Korasidis.

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Estudio de referencia: https://agupubs.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1029/2021PA004325

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Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica.es