El tiburón ballena (Rhincodon typus), el pez más grande que existe, está en serio peligro de extinción. El número de ejemplares de esta especie ha disminuido notablemente en los últimos decenios, sin que los científicos hayan determinado hasta ahora el porqué. Un equipo internacional de investigadores, de 50 instituciones y universidades de varios países, ha rastreado los movimientos de tiburones ballena y barcos en todo el mundo en busca de respuestas. Su conclusión es que el transporte marítimo está causando centenares de bajas y supone una seria amenaza para la supervivencia de la especie.

La investigación, liderada por miembros de la Asociación de Biología Marina (MBA) y la Universidad de Southampton (Reino Unido), ha revelado que las colisiones letales de tiburones ballena con grandes barcos se subestiman enormemente y podrían ser la razón por la cual las poblaciones se están desplomando. La población de la especie ha caído más de un 50% en los últimos 80 años.

Los expertos han comprobado que los tiburones ballena, que llegan a medir hasta 20 metros de largo y superar las 34 toneladas de peso, pasan una gran cantidad de tiempo en las aguas superficiales y se reúnen en las regiones costeras. Esta circunstancia los ha llevado a teorizar que las colisiones con barcos podrían estar causando un elevado número de muertes de tiburones ballena.

El estudio, publicado en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’, tuvo como objetivo monitorear esta amenaza para identificar áreas de riesgo y posibles colisiones. Los datos de movimiento rastreados por satélite de 348 tiburones ballena se enviaron al Proyecto Global de Movimiento de Tiburones, dirigido por investigadores del MBA.

Regular la velocidad de los buques

El equipo cartografió lo que denomina como “puntos críticos” de tiburones ballena que se superponían con las flotas mundiales de buques de carga, petroleros, de pasajeros y pesqueros (los tipos de grandes barcos capaces de matar a un tiburón ballena). Y ha comprobado que más del 90% de los movimientos de tiburones ballena se solapa con la actividad naviera.

Jonathan R. Green, líder del Proyecto Tiburón Ballena de Galápagos, nada junto a un ejemplar cerca de la isla Darwin. Simon J. Pierce

El rastreo satelital también mostró que las transmisiones de los tiburones ballena marcados terminaban con más frecuencia de lo esperado en las rutas de navegación más concurridas. El equipo concluyó que la pérdida de la mayoría de las transmisiones se debió a que los tiburones ballena fueron golpeados por grandes barcos, fallecieron y se hundieron en el fondo del océano.

“La industria del transporte marítimo, que nos permite obtener una variedad de productos cotidianos de todo el mundo, puede estar causando la disminución de los tiburones ballena, que son una especie muy importante en nuestros océanos”, alertó la doctora Freya Womersley, de la Universidad de Southampton, que dirigió el estudio.

Ocurre que el transporte marítimo mueve más del 90% del comercio mundial y es pieza fundamental para mantener las necesidades de los mercados y abaratar el coste de los fletes. Los autores de la investigación subrayan la necesidad de vigilar las colisiones, regular la velocidad de los buques y adoptar medidas de conservación localizadas para reducir la amenaza de colisiones letales. 

El profesor David Sims, investigador del MBA y la Universidad de Southampton y fundador del Proyecto Global Shark Movement, destacó que el estudio ha demostrado que muchos de los tiburones ballena marcados se movían en las principales rutas de nevagación par luego “hundirse lentamente hasta el fondo marino, cientos de metros más abajo”.

Inofensivo para el ser humano

“Es triste pensar que muchas muertes de estos increíbles animales han ocurrido en todo el mundo debido a choques con barcos, sin que nosotros siquiera sepamos tomar medidas preventivas”, añadió Sims. Y es que en la actualidad no existen regulaciones internacionales para proteger a los tiburones ballena contra las colisiones con barcos.

De ahí que los autores de la investigación hayan lanzado la voz de alarma y señalen que el tiburón ballena se enfrenta “a un futuro incierto si no se toman medidas pronto”. Confían en que sus hallazgos condicionen las decisiones de gestión para proteger a la especie y evitar una mayor disminución de sus poblaciones en el futuro.

Tiburón ballena en el acuario Churaumi de Okinawa (Japón). unsplash

“Colectivamente, debemos dedicar tiempo y energía a desarrollar estrategias para proteger del transporte comercial a esta especie en peligro de extinción, antes de que sea demasiado tarde, para que el pez más grande de la Tierra pueda resistir las amenazas que se prevé que se intensifiquen en el futuro, como los cambios en los climas oceánicos”, resaltó Womersley.

El informe revela un problema añadido: “La mortalidad oculta que proponemos también puede estar ocurriendo para otra megafauna marina”. El texto cita al tiburón peregrino (Cetorhinus maximus), al pez luna (Mola spp.), a las tortugas marinas, en especial la tortuga laúd (Dermochelys coriacea) y a las ballenas barbadas, por ejemplo, las ballenas azules del Océano Índico (Balaenoptera musculus).

Además de las colisiones con barcos, el futuro del tiburón ballena está seriamente amenazado por la destrucción del hábitat, el cambio climático, el enredo accidental en redes de pesca y la caza para comercializar su carne, aletas y aceite.

Pese a su tamaño, el tiburón ballena es completamente apacible e inofensivo para el ser humano. La especie se alimenta de zooplancton, ayuda a regular los niveles de plancton del océano y juega un papel importante en la red alimentaria marina y en los ecosistemas oceánicos saludables.

Artículo de referencia: https://www.pnas.org/doi/full/10.1073/pnas.2117440119

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