Pesa apenas 10 kilos -como la rueda de un coche-, se carga más rápido que un teléfono móvil, cuesta 50 dólares (48,03 euros) y puede potabilizar el agua sin necesidad de costosos filtros o bombas de alta presión. Se trata de la última herramienta desarrollada por un grupo de investigadores del Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT) que, tras una década estudiando la física detrás de los procesos de potabilización, han diseñado y construido una desaladora portátil y barata, del tamaño de una pequeña maleta.

Se trata de la primera de su tipo y constituye una verdadera revolución para el sector. Con este instrumento, convertir el agua salada en agua potable solo requiere apretar un botón. A diferencia de otros dispositivos portátiles de desalinización, que para funcionar necesitan pasar el agua a través de una serie de filtros, este dispositivo solo necesita energía eléctrica para eliminar partículas nocivas del agua y así convertirla en potable.

Esta nueva herramienta tiene dos ventajas con respecto a sus competidoras en el mercado: tiene menos requisitos de mantenimiento a largo plazo y se puede miniaturizar sin comprometer su eficiencia energética. “Hemos trabajado durante una década para comprender la física que hay en los procesos de desalinización individuales”, explica Jongyoon Han, ingeniero eléctrico y autor principal del estudio de esta nueva técnica que ha sido publicado en la revista Environmental Science and Technology. Una vez tuvieron todo claro, “metimos todos esos avances en una caja, construimos un sistema y comprobamos que funcionaba al utilizarlo en el océano”, reseña Han, que destaca que la experiencia fue “realmente gratificante".

Aspecto de la desaladora M. Scott Brauer

El funcionamiento de este dispositivo se basa en una técnica que este grupo de investigación ha bautizado como polarización por concentración de iones (ICP). En lugar de filtrar el agua, el proceso ICP aplica electricidad a través de unas membranas colocadas por encima y debajo del agua. Las membranas repelen partículas cargadas positiva o negativamente a medida que pasan, lo que permite eliminar moléculas de sal, bacterias y virus.

Las partículas cargadas se canalizan hacia una segunda corriente de agua que finalmente se descarga. "Si bien es cierto que algunas partículas contaminantes podrían quedar atrapadas en la membrana de intercambio iónico, solo hace falta invertir la polaridad del campo eléctrico para eliminarlas", afirma Yoon.

Los dos autores del invento M. Scott Brauer

El dispositivo está diseñado para que cualquier persona pueda utilizarlo tan solo apretando un botón. El proceso de desalinización comienza de manera automática y una vez que el nivel de salinidad y la cantidad de partículas disminuyen a umbrales específicos, el dispositivo notifica al usuario que el agua es potable.

Un vaso de agua potable en media hora

La primera vez que se probó esta desalinizadora portátil fue en  Carson Beach, en Boston (EEUU). Los científicos colocaron la caja cerca de la orilla y arrojaron el tubo de alimentación a la costa. En media hora, el dispositivo había llenado un vaso de plástico con agua limpia y potable. "Tuvo éxito desde su primera prueba, lo que nos emocionó y sorprendió a partes iguales”, resalta Han, que insiste que este hito es consecuencia de “la acumulación de pequeños avances durante la década de investigación”.

El agua que llenó aquel vaso superó las tasas de calidad de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y en un tiempo récord: en una hora ya había conseguido 300 mililitros. De ahí que los precursores consideren que esta herramienta podría revolucionar la forma en la que se gestiona el agua a nivel mundial y ayudar a gestionar la potabilización del agua en aquellos países con menos recursos.

En todo el mundo, al menos 2.000 millones de personas se abastecen de una fuente de agua potable que está contaminada, mientras que otras 844 millones carecen incluso de un servicio básico de suministro de agua potable. Esta agua contaminada puede transmitir enfermedades como la diarrea, el cólera, la disentería, la fiebre tifoidea y la poliomielitis. Se calcula que la contaminación del agua potable provoca más de 502.000 muertes por diarrea al año.

Artículo de referencia: https://pubs.acs.org/doi/10.1021/acs.est.1c08466

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