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Crisis climática

Los glaciares de los Pirineos agonizan: la mitad han desaparecido en menos de 40 años

El Aneto ha perdido el 50% de su superficie y el Ossoue ha menguado casi un 60% | "Los glaciares de los Pirineos están en una situación crítica", sentencian los expertos

Panorámica del Monte perdido, uno de los últimos glaciares de los Pirineos. EFE

Los glaciares pirenaicos, el último bastión de hielo del sur de Europa, están agonizando. En 1850, en los Pirineos había más de medio centenar de glaciares y su extensión sumaba cerca de 2.000 hectáreas. Un siglo más tarde, allá por 1990, ya se contaban una decena de glaciares menos. Hoy por hoy, la mitad de estas formaciones de hielo ya han desaparecido. Y lo últimos grandes supervivientes han perdido entre un 50% y un 60% de su superficie. Estos enormes bloques de hielo y nieve apenas ocupan ahora menos de 200 hectáreas.

El último Boletín de Indicadores de Cambio Climático de los Pirineos alerta que la pérdida de los glaciares se ha acelerado en los últimos treinta años. Todos los indicadores sobre la salud de estos ecosistemas han empeorado. El Aneto, por ejemplo, ha perdido más del 50% de su superficie. En 1990, la superficie helada de esta formación se extendía a lo largo de más de 100 hectáreas. Ahora, apenas ocupa 47. Al otro lado de la frontera, el glaciar Ossoue se ha reducido casi un 60% durante este mismo periodo. Según las últimas estimaciones, ahora siquiera llega a las 30 hectáreas.

"Los glaciares de los Pirineos están en una situación crítica", argumenta Eva García Balaguer, coordinadora del Observatorio Pirenaico del Cambio Climático (OPCC- CTP). "El calentamiento global ha acelerado la pérdida del hielo en estos ecosistemas y, debido a la propia dinámica del clima, va a ser muy difícil frenar este deterioro. La pérdida de los glaciares no solo supone un problema medioambiental. Si desaparecen estos ecosistemas, también perdemos patrimonio natural. Un símbolo de nuestro territorio", comenta la científica.

En 2020, por ejemplo, la superficie total cubierta por glaciares alcanzó el valor más bajo desde que existen registros. Nunca, en las últimas tres décadas, se había observado una extensión tan baja del hielo en los Pirineos. La cueva helada de Cotiella, otro de los indicadores del estado de salud de esas icónicas montañas, también ha marcado un mínimo sin precedentes en cuanto a la extensión del hielo. "Estos datos deberían leerse como una señal de alerta sobre el impacto del cambio climático en nuestro entorno", comenta García Balaguer.

Culpables del deshielo

Los glaciares son formaciones de hielo que, lejos de permanecer estáticas, varían a lo largo del tiempo. En la época de los romanos y más tarde en la Edad Media, los glaciares de los Pirineos también menguaron. Pero ahora, a diferencia de lo que ocurrió en esas épocas, la pérdida de hielo avanza mucho más rápido. Según explica la geóloga Ana Moreno, normalmente estos cambios se suelen producir en periodos de cientos o miles de años. Ahora, en cambio, el deshielo avanza a paso acelerado y en tan solo tres décadas ha duplicado su expansión.

"En el caso de la actual pérdida de los glaciares tenemos pruebas inequívocas de que es culpa de la actividad humana, la emisión de gases de efecto invernadero y el calentamiento global", explica la científica del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC). "Los glaciares son centinelas de la crisis climática y nos avisan de qué está pasando en el planeta. No podemos evitar o revertir la pérdida de hielo, pero sí prepararnos de cara a los cambios que podría provocar en el paisaje y en los ecosistemas", comenta la científica. 

La pérdida de los glaciares de los Pirineos está transformando, a su vez, el ecosistema de las montañas. El aumento de las temperaturas está empujando a muchas especies a desplazarse montaña arriba en busca de refugios climáticos. Esto, según explica el ecólogo Gérard Largier, "abre un nicho ecológico para animales y plantas" expulsadas de sus hábitats por el calentamiento global. Pero por otro lado, "la regresión de los glaciares también podría provocar la desaparición de las poblaciones de algunas especies", comenta el director del Conservatorio Botánico Nacional de los Pirineos y Midi-Pyrénées.

Caos climático

La agonía de los glaciares no es la única huella de la crisis climática en estas montañas. Según apunta el último boletín climático, en los últimos sesenta años la temperatura media en los Pirineos ha aumentado unos 1,6 grados. "Es un incremento ligeramente superior al de la media global, de 1,2 grados, pero coincide con los pronósticos de que los ecosistemas de alta montaña están entre los más afectado por el calentamiento global", explica el meteorólogo Jordi Cunillera, jefe del equipo de Cambio Climático del Servei Metereològic de Catalunya, uno de los autores de la última radiografía del clima pirenaico.

Mientras los termómetros suben en los Pirineos, las lluvias también empiezan a distorsionarse. Según indican los registros, las precipitaciones han bajado un 10% en los últimos sesenta años. Las observaciones apuntan a que la lluvia se concentra, cada vez más, en episodios torrenciales y extremos. Como ocurrió con la borrasca Gloria. "También vemos un cambio en la estacionalidad de las precipitaciones. Antes, la época de lluvias era en primavera y otoño. Ahora este patrón se está alterando", comenta Cunillera. "Todos estos cambios en el clima no solo tienen un impacto en el ecosistema, también afectan directamente actividades humanas. Hay mucha gente que depende de la nieve para vivir", recuerda el meterológo.

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