La nacra es un bivalvo enorme, como un mejillón gigante, exclusivo del Mediterráneo, y es el segundo más grande del mundo, con algunos ejemplares que alcanzan un metro de longitud durante una vida útil de 15 años. Desempeña un papel crucial en la filtración del agua, además de constituir el hogar para una gran variedad de criaturas submarinas. Es el caso de esponjas, anémonas de mar, algas y otras especies que viven en su caparazón.

Pero la nacra ha sido víctima del parásito Haplosporidium pinnae, que desde 2016 ha acabado con el 99,9% de la población, reduciendo su número de millones a solo unos miles. Este evento de mortalidad masiva llevó a que el molusco fuera incorporado en 2019 a la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como en peligro crítico.

“La situación es crítica. Necesitamos una coordinación a gran escala porque estamos asistiendo a la extinción de una especie muy importante”, ha declarado al diario británico The Guardian (que dedica un amplio reportaje a este caso) Patricia Prado, investigadora del Instituto de Tecnología y Agroalimentación de Sant Carles de la Ràpita en el Delta del Ebro. El instituto es uno de los ocho centros de investigación del Mediterráneo que forman parte del proyecto Pinnarca, un programa Life de la UE para salvar al molusco de la extinción.

Ejemplares de nacra en las costas de la Región de Murcia CARM Canal Mar Menor

El parásito H. pinnae es inusualmente letal. Prado cree que esto puede deberse a que está trabajando en conjunto con las bacterias que los mejillones ya pueden tener. Afirma que se desconoce el origen del parásito, pero sospecha que está relacionado con la actividad humana, ya sea el calentamiento global, el transporte marítimo o la agricultura. Las esporas del parásito viven en el agua, no solo en las nacras.

No solo es el parásito

Sin embargo, los protozoos no son la única causa del declive del mejillón. En el Mar Menor, una laguna salina del sureste de España, la población se ha reducido de 1,7 millones a apenas 1.000 como consecuencia del exceso de nitrógeno en el agua provocado por las escorrentías de los fertilizantes utilizados en la agricultura. El proceso, conocido como eutrofización, priva a la vida marina de oxígeno, y las nacras se encuentran entre las víctimas.

En el delta del Ebro, los ejemplares jóvenes también son víctimas del cangrejo azul, una especie invasora que se cree que llegó de los Estados Unidos a través de barcos, y cuyo voraz apetito prácticamente ha aniquilado a las especies autóctonas de cangrejo.

La población más grande de nacra en el delta se encuentra en las aguas protegidas y poco profundas de la Bahía del Alfacs, donde pueden sobrevivir hasta 90.000. Parece que el parásito necesita un nivel óptimo de salinidad para prosperar, y Prado y su equipo esperan que trasladar individuos a partes del delta con niveles más bajos de sal pueda ayudar a los mejillones a prosperar, señala The Guardian.

“Estamos tratando de mantener la población sobreviviente e intercambiar individuos entre grupos para evitar la endogamia, de lo contrario, morirán por falta de diversidad genética”, asegura.

Nacra en el Mediterráneo español CARM

También están tratando de criar individuos sanos. Dado que el cultivo de mejillones es una industria importante en el delta, hay mucha experiencia en esta área, pero hasta ahora no han tenido suerte. El mejillón es lento para reproducirse y no lo hace todos los años. Además, dice Prado, “tiene un mecanismo para regular la población, lo que nos dificulta criarlos si está programado para no reproducirse en determinados momentos”.

¿Motivos para la esperanza?

Sin embargo, el Dr. Ángel Borja, ecologista marino del instituto AZTI, perteneciente a la Alianza Vasca de Investigación y Tecnología, cree que hay motivos para el optimismo. “La ciencia tiene un papel destacado en la identificación de problemas y su comunicación a la sociedad, pero especialmente en el desarrollo de soluciones asequibles”, dice. "A pesar de las amenazas al océano, en las últimas décadas hemos visto muchos ejemplos de resultados positivos en la conservación, por lo que hay motivos para hablar de 'optimismo oceánico'".

Mike Elliott, profesor de ciencias marinas en la Universidad de Hull, añade: “Todos los países, y especialmente los de la UE, tienen planes y proyectos para frenar el declive de la biodiversidad y restaurar los hábitats, el número de especies y el tamaño de sus poblaciones, como Pina.

 “Recrear un hábitat no solo puede ser bueno para la biodiversidad, sino que también podría brindar protección a las personas contra los efectos del cambio climático, como el aumento del nivel del mar. En muchos casos, recrear un hábitat permitirá que una especie se recupere, siempre que existan poblaciones cercanas para repoblarla.

Pero Elliott agrega: "Las especies longevas y de crecimiento lento con poblaciones irregulares, como la Pinna, necesitarán una mayor protección y también pueden ser más difíciles de restaurar una vez que se pierde el hábitat".

Nacra iStock

Prado insiste en que es vital tratar de salvar la nacra debido a su papel crucial en el ecosistema. “Es un hábitat en sí mismo, por lo que perder la nacra significa perder biodiversidad”, dice Prado. “Necesitamos intervenir, porque no tiene sentido esperar a que las cosas mejoren por sí solas, especialmente porque somos el causa de muchos de los problemas.

“La gente argumenta que es parte de un proceso, que algunos animales se extinguirán y otros los reemplazarán, pero nosotros como especie dependemos de los que ya existen”, concluye.

Artículo de referencia: https://www.theguardian.com/environment/2022/jun/17/mollusc-mass-mortality-event-can-spain-giant-fan-mussels-recover-aoe

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