Producir combustible respetuoso con el clima a partir de residuos agrícolas ya es una realidad. La búsqueda de combustibles alternativos a los fósiles se ha convertido en una prioridad en el mundo para reducir la emisión de gases de efecto invernadero (GEI). Hace ocho años, la Comisión Europea (CE) apadrinó un proyecto para construir una planta de demostración a escala industrial precomercial para la producción de etanol celulósico a partir de residuos agrícolas. Aquella idea ha cristalizado: una empresa de especialidades químicas ya ha producido el primer etanol celulósico comercial en Rumanía, con apoyo financiero de la Unión Europea (UE).

La planta insignia procesa residuos agrícolas (paja) de origen local para producir alrededor de 50.000 toneladas de etanol celulósico cada año con la ayuda de su tecnología sunliquid.

La iniciativa de la empresa de especialidades químicas Clariant cuenta con el respaldo de dos proyectos europeos que tienen como objetivo reducir la dependencia de los combustibles fósiles para un futuro más sostenible y para contribuir a la transición hacia un futuro con cero emisiones netas.

La extracción de toda la producción de etanol celulósico ha sido contratada con la empresa líder mundial en energía Shell, tras la firma de un acuerdo plurianual.

En el primer semestre de este año, la planta pasó por un exhaustivo proceso de puesta en marcha, dando como resultado un exitoso inicio de producción, según ha revelado el Servicio de Información Comunitario sobre Investigación y Desarrollo (CORDIS) de la CE.

"Proteger el clima es una parte central de nuestro propósito 'Mayor química entre las personas y el planeta'", comentaba el pasado mes de junio el CEO de Clariant, Conrad Keijzer.

50.000 toneladas de biocombustible al año

"Los biocombustibles y bioquímicos elaborados a partir de residuos agrícolas juegan un papel crucial, ya que reducen las emisiones de gases de efecto invernadero. Para establecer su uso más ampliamente, su producción comercial y disponibilidad deben incrementarse rápidamente, razón por la cual el inicio exitoso de nuestra planta sunliquid en Podari (Rumanía) es vital", añadía Keijzer en una información publicada por Ana Maier en la web de la empresa (www.clariant.com). 

Vista aérea de la planta de Clariant en Podari (Rumanía). Clariant

Clariant estima que se procesarán 250.000 toneladas de paja para producir 50.000 toneladas de biocombustible de segunda generación al año.

El etanol celulósico resultante puede aplicarse como una solución directa "para la mezcla de combustible", pero también ofrece "más oportunidades de aplicación para el combustible de aviación sostenible y los productos químicos de base biológica".

La producción de biocombustibles a partir de plantas comestibles como la canola, el maíz y los cereales ya es una realidad en todo el mundo. Este hecho ha desatado un debate sobre si la tierra cultivable debe usarse para producir alimentos o para fabricar combustible.

El proyecto respaldado por la CE brinda una solución a este problema, ya que el proceso sunliquid de Clariant solo utiliza residuos agrícolas locales y convierte el azúcar de la paja en biocombustible de manera eficiente y económica.

La empresa ha firmado ya contratos con más de 300 agricultores locales para garantizar el suministro de la materia prima necesaria.

Las ventajas de este proceso incluyen la reducción de las emisiones de CO2, un 50% más de producción de bioetanol y la autosuficiencia energética, según las autoridades comunitarias y la empresa.

Combustible alternativo a los fósiles

"El biocombustible producido por el proceso sunliquid respalda la descarbonización del sector del transporte, al proporcionar hasta un 120% de ahorro de CO2 en comparación con el combustible fósil", destaca Christian Librera, dirigente de Clariant.

También conocido como alcohol etílico o simplemente alcohol, el etanol se utiliza, entre otras cosas, como aditivo en la gasolina y como combustible alternativo.

Clariant prevé procesar 250.000 toneladas de paja al año. Clariant

Dependiendo de su origen, se puede clasificar también como renovable (bioetanol), que es aquel que se produce a partir de recursos biológicos renovables (materia prima agrícola, residuos agrícolas, residuos orgánicos, biomasa, microorganismos) o como sintético, que se genera utilizando materias primas de origen fósil.

A su vez, el etanol renovable puede clasificarse como convencional (se produce a partir de almidones o azúcares simples) o celulósico (producido a partir de residuos agrícolas y forestales o cultivos lignocelulósicos).

La celulosa es un material estructural importante para las plantas, su ‘esqueleto’, y la molécula biológica más abundante en el mundo. El proceso de producción de etanol a partir de materias primas celulósicas requiere descomponer la materia prima en azúcares fermentables.

El etanol celulósico proporciona un mejor rendimiento en términos de bajo riesgo de impactos directos e indirectos del cambio de uso del suelo. Dado que muchos cultivos celulósicos son perennes y las raíces siempre están presentes, protegen contra la erosión del suelo y retienen mejor el fertilizante nitrogenado.

Los beneficios climáticos de los biocombustibles celulósicos se deben a que evitan el uso de materias primas de origen fósil, mitigan las emisiones de GEI durante la producción y favorecen el ‘secuestro’ de carbono.