Emergencia climática

El petróleo se resiste a morir: cómo la industria trata de salvar su negocio

Las grandes compañías gastan cientos de millones en márketing verde, pero invierten poco en descarbonizarse

Joan Lluís Ferrer

Joan Lluís Ferrer

La cruda realidad es que el consumo de petróleo, a pesar de la crisis climática que vive el planeta, sigue aumentando. Para el año que viene, la OPEP afirma que aumentará un 2,7%, siempre y cuando la guerra de Ucrania y la inflación no impacten más en la economía de lo que está previsto. En todo caso, hay petróleo para rato, como también sucede con el carbón y el gas natural, los otros combustibles fósiles culpables de que la humanidad vea amenazada su propia supervivencia.

Y es que, para empezar, las grandes empresas petroleras sencillamente se resisten a abandonar la producción del ‘combustible del apocalipsis’, como a veces se le ha llamado, y combaten con tesón las iniciativas para descarbonizar el planeta. Es así como “tienen agarrada por el cuello a la humanidad”, en palabras del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, para que la industria, el tráfico y el grueso de la economía dependa del petróleo.

No es una forma de hablar. Un estudio del laboratorio de análisis del cambio climático Influence Map reveló hace unos meses que las petroleras gastan cada año 750 millones de dólares en marketing climático, pero, en cambio, solo prevén destinar a su descarbonización un 12% del total de sus inversiones. Es decir, a pesar de los reiterados anuncios sobre su compromiso ambiental, lo cierto es que la práctica demuestra que no tienen previsto rectificar el rumbo, al menos de manera inmediata.

El estudio ‘Big Oil’s Agenda 2022’ es el resultado de analizar más de 3.000 mensajes y anuncios lanzados por cinco de las mayores empresas productoras de hidrocarburos a nivel mundial: la británica BP, la holandesa Shell, la francesa Total y las estadounidenses ExxonMobil y Chevron. El 60% de todos estos mensajes contenían referencias a compromisos medioambientales. El coste de todos esos anuncios (en medios de comunicación, vallas, blogs, redes sociales, etc.) asciende para un solo año a 750 millones de dólares, según una “estimación conservadora”, afirma el estudio.

Luego se compara este dato con lo que estas compañías prevén destinar en 2022 a actividades bajas en carbono, y ese gasto resulta ser apenas el 12% del presupuesto total de inversiones en bienes de estas sociedades, que oscila entre los 87.000 y los 96.000 millones de dólares.

Cuando los autores del informe pidieron a las empresas que facilitaran los datos que probaran el cumplimiento de sus compromisos ambientales, ninguna de ellas los facilitó, según Faye Holder, coautora del informe e investigadora de Influence Map.

Esta contradicción entre tal avalancha de mensajes proclimáticos y acciones anticlimáticas constituye para Holder un caso de greenwashing o lavado de cara verde.

Los poderosos 'lobbies' de las petroleras

Y es que las petroleras y las empresas de gas y carbón forman auténticos lobbies, organizados de forma disciplinada y eficaz, que actúa para tratar de minimizar los daños que le causa la lucha contra el cambio climático. Así quedó demostrado, por ejemplo, durante la última conferencia COP26 de Glasgow, que reunió a los diferentes países para seguir avanzando hacia la descarbonización.

La mayor delegación que estaba presente en aquella convención no correspondía a ningún país, por muy importante que éste fuera, sino a la industria de los combustibles fósiles. Y es que, según dio a conocer la organización conservacionista Global Witness tras consultar el listado de asistentes, más de 500 personas asistentes a la COP26 formaban parte de esta industria. Pero su número fue incluso superior en la COP27. Su objetivo, según sospechaba esta entidad, era presionar a favor de los intereses de las empresas de hidrocarburos, por lo que consideraron que debería prohibírseles la entrada.

La influencia del lobby del petróleo “es una de las principales razones por las que 25 años de conversaciones sobre el clima en el seno de la ONU no han llevado a recortes reales en las emisiones de carbono”, señaló la portavoz de Global Witness, Murray Worthy.

Cada vez son más las entidades que recuerdan, a modo de precedente, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) no se tomó en serio la prohibición del tabaco hasta que todos los representantes de la industria tabaquera fueron excluidos de las reuniones de la OMS, a las que antes acudían para relativizar y cuestionar los peligros del tabaco.

Sin embargo, las cosas no parecen ir por ahí, porque el presidente de la COP28 que se celebrará este año 2023 es nada menos que un sultán vinculado a una de las grandes petroleras del planeta. Cientos de entidades y expertos han pedido su cese al frente de la cumbre climática.

Uno de los mayores grupos del lobby petrolífero identificados en la COP26 fue la Asociación Internacional de Comercio de Emisiones (IETA), cuyo portavoz, Alessandre Vitelli, alegó que su razón de ser es la de “encontrar medios más eficientes en el mercado para reducir emisiones” y dijo que en su organización no solo hay empresas de combustibles fósiles, sino también de otros sectores.

Objetivos de recortes de emisiones insuficientes

Más allá de estos esfuerzos de la industria en el campo de las relaciones públicas y la influencia política, lo cierto es que las grandes empresas del sector tienen objetivos de descarbonización claramente insuficientes para lograr las metas fijadas en el Acuerdo de París.

Así lo ha puesto de manifiesto una investigación publicada en Nature Communications y realizada por la organización Climate Analytics, que ha concluido que los escenarios de descarbonización a los que se han comprometido públicamente empresas como BP, Shell o Equinor no son lo suficientemente ambiciosos para evitar que el planeta se caliente por encima de 1,5ºC antes de 2100.

Incluso la estrategia más osada de todas las analizadas, la de British Petroleum, da como resultado un calentamiento máximo medio de 1,65ºC, demasiado alto para respetar los Acuerdos de París, puesto que, como afirman los investigadores, “cada fracción de grado cuenta”.

El director ejecutivo de Climate Analytics, Bill Hare, considera que “es importante no permitir que las compañías petroleras establezcan escenarios que no cumplen con los requisitos del Acuerdo de París”.

A raíz de toda esta situación, hace pocos días 1.000 profesionales y 200 organizaciones del sector de la sanidad de todo el mundo, encabezadas por la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) suscribieron un llamamiento a los gobiernos del planeta para que aprueben con urgencia un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles, una figura que recuerda a lo que se hizo con las armas nucleares décadas atrás para limitar los arsenales atómicos.

“La adicción actual a los combustibles fósiles no es solo un acto de vandalismo medioambiental. Desde el punto de vista de la salud, es un acto de autosabotaje”, afirmó el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

Estos profesionales y entidades recuerdan en su escrito que la amenaza que suponen los hidrocarburos para la salud humana no es una amenaza genérica o intangible. Todo lo contrario. “La contaminación atmosférica mata a más de siete millones de personas al año en todo el mundo”, señalan.

En definitiva, la industria de las energías sucias parece estar haciendo todo lo posible para obstaculizar su repliegue y reconversión hacia las fuentes sostenibles. El reto de la humanidad consiste en acelerar la transición hacia un futuro energético sin petróleo, gas ni carbón.

Antonio Guterres: “Las mismas tácticas que las tabacaleras hace unas décadas”

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, es una de las principales voces contra el dominio que aún ejercen las petroleras y otras industrias de energía sucia sobre el planeta. Este verano, durante una cumbre celebrada en junio con los principales líderes mundiales, no dudó en lanzarles una clara regañina: “Ustedes representan las mayores economías y también los mayores emisores del mundo. Su primer deber es proteger a las personas. Y nada está más claro que el peligro de la expansión de los combustibles fósiles”, afirmó Guterres en su intervención en el Foro de las Principales Economías sobre Energía y Clima.

Guterres denunció también las presiones que la industria del gas, el petróleo y el carbón ejercen sobre los gobiernos y las economías: “Parece que los productores de combustibles fósiles tienen a la humanidad agarrada del cuello”, dijo, y añadió que estas presiones son “las mismas tácticas escandalosas que las grandes tabacaleras usaban hace décadas”. “Igual que ocurría con la industria del tabaco, el lobby de los combustibles fósiles y sus complices financieros no deben escapar a la responsabilidad”, añadió el secrtario general de la ONU. Con estas últimas palabras, aludía al hecho de los grandes bancos del planeta siguen financiando a las energías sucias con elevadas sumas de dinero, sin el cual no sería posible su supervivencia.

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Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica.es