Biodiversidad

¿Por qué los hongos juegan un papel ecológico esencial en la Tierra?

Estos recicladores de nutrientes liberan sustancias vitales para otros organismos; sin ellos no habría vida en el planeta

Los hongos son recicladores de nutrientes.

Los hongos son recicladores de nutrientes. / pixabay

Ramón Díaz

Ramón Díaz

Los hongos juegan un papel clave en la naturaleza. Son descomponedores, recicladores de nutrientes, limpiadores, mutualistas, patógenos y bioindicadores del estado de conservación de las comunidades de seres vivos. Un estudio sobre la dispersión de los hongos a través de escalas espaciales ha venido a dar más luz sobre el papel de estos seres vivos, su importancia ecológica y su influencia en la agricultura y la salud humana.

Sin hongos no habría vida en la Tierra. De ahí que algunos científicos hayan señalado la necesidad de incluir también a los hongos entre los objetivos globales de conservación y de ampliar el número de especies en la ‘Lista Roja de Especies Amenazadas’ de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Podrían existir entre 3 a 13 millones de especies de hongos en el planeta, la mayoría microscópicos. Se han descrito hasta ahora más de 100.000, unas 10.000 en España. Pueden vivir en una enorme variedad de entornos, desde casi todo tipo de suelos al interior de los tejidos de las hojas y desde las selvas tropicales hasta los fondos oceánicos.

Aunque comúnmente se los relaciona con la muerte y la descomposición, en muchos casos viven en asociaciones beneficiosas con plantas y otros organismos vivos. Al igual que las bacterias, los insectos y los gusanos, reciclan nutrientes en la naturaleza y liberan sustancias vitales para otros organismos.

Cuerpos fructíferos de Pholiota squarrosa en un tronco de árbol.

Cuerpos fructíferos de Pholiota squarrosa en un tronco de árbol. / Bala Chaudhary

Resulta especialmente importante la relación simbiótica que mantienen con las plantas. Estas proveen carbohidratos para los hongos, mientras que éstos facilitan a aquellas el acceso al agua, al nitrógeno, al fósforo y a otros minerales esenciales.

Es una asociación que, por lo general, beneficia a ambas partes. Ambos se necesitan para vivir y desarrollarse. La relación es vital: el 90% de las plantas terrestres tienen hongos en sus raíces.

Productores de antibióticos, hormonas y vitaminas

Además, los hongos producen antibióticos, hormonas y vitaminas útiles para la planta. De tal forma que propician el crecimiento y la protección de la raíz contra patógenos externos, moderan los efectos de toxinas, por ejemplo las provenientes de metales pesados, y mejoran la estructura del suelo.

Más: los hongos –algunos– sirven como fuente de alimento para muchos animales y para el ser humano. Son ricos en carbohidratos y en minerales. Aunque es verdad que solo una minoría es comestible, y que hay muchos venenosos.

En el ámbito económico juegan también un papel de enorme importancia para los humanos, pues son empleados para la fabricación de medicinas, y la elaboración de quesos, panes, vinos y cervezas.

Ejemplares de Amanita muscaria (matamoscas o falsa oronja), hongo venenoso.

Ejemplares de Amanita muscaria (matamoscas o falsa oronja), hongo venenoso. / pixabay

En el lado negativo, algunos de estos organismos son responsables de pudrir los alimentos, de contaminar el ambiente, de deteriorar materiales como la madera, la ropa, o la pintura, y de provocar enfermedades en plantas y animales, incluido el ser humano. De hecho, se calcula que matan a más de un millón de personas cada año en el mundo.

Pero existen considerables lagunas de conocimiento con respecto a los mecanismos y las consecuencias, tanto ecológicas como sociales, de la dispersión de hongos desde escalas locales a globales. De ahí el estudio encabezado por la micóloga del Dartmouth College, Bala Chaudhary y publicado en la ‘Revisión anual de ecología, evolución y sistemática’.

Los autores resumieron los conceptos subyacentes a la dispersión de los hongos, revisaron investigaciones recientes (4.500 documentos procedentes de cerca de 1.200 fuentes publicadas entre 1951 y 2021) y exploraron cómo los hongos poseen características únicas que ayudan a ampliar la comprensión humana de la ecología general de la dispersión.

Predecir enfermedades humanas

Consideran que los avances en la dispersión de los hongos mejorarán la comprensión de la biogeografía y el ensamblaje de comunidades fúngicas, con implicaciones para el funcionamiento de los ecosistemas, la seguridad alimentaria mundial y la salud humana.

Así, esta información se podría emplear, por ejemplo, para predecir la incidencia de enfermedades humanas o futuras pandemias en los cultivos. "Estudiar cómo se dispersan los hongos es fundamental para comprender la biodiversidad fúngica y dónde se distribuyen las especies en la Tierra", apunta Chaudhary.

Hongo aspergillus (izquierda), microsporum (centro) y penicillium (derecha).

Hongo aspergillus (izquierda), microsporum (centro) y penicillium (derecha). / EFE / Ana Alastruey

Los autores identificaron cuatro escalas de movimiento fúngico. Una de ellas es la que realizan ellos mismos a pequeña escala en el suelo con la ayuda de sus micelios. Pueden ser transportados también por invertebrados. A una escala mayor los hongos pueden ser dispersados por aves y mamíferos. Finalmente, el agua y el viento son los responsables de las dispersiones de los hongos a mayores escalas.

Los investigadores resaltan que el cambio climático también puede modificar la distribución de los hongos en el planeta (previsiblemente ya lo está haciendo), mientras que el uso humano de la tierra afecta asimismo a la dispersión de estos organismos.

"El cambio climático, junto con el uso antropogénico de la tierra, puede afectar la forma en que se mueven los hongos. La importancia relativa de los vectores de movimiento cambia a lo largo de la escala espacial, pero hay muy pocos datos que respalden estas relaciones", señala Chaudhary.

Los científicos consideran a los hongos verdaderas ‘armas biológicas’. Algunos son capaces de degradar el plástico y otros, incluso, de absorber la radiación y transformarla en energía para su crecimiento. Ya se están estudiando estas y otras aplicaciones.

Informe de referencia: https://www.annualreviews.org/doi/full/10.1146/annurev-ecolsys-012622-021604

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