La mayoría de las variedades exóticas que llegan al país vienen de zonas con climas tropicales o subtropicales. Estos se caracterizan por las altas temperaturas, que no varían entre invierno y verano, y la humedad.
En España, las temperaturas están cambiando y los patrones climáticos de las estaciones se ven afectados. Debido a esta situación, las condiciones son más templadas, llegando a parecerse a la de los países de origen de estas especies exóticas. Por lo tanto, el cambio climático juega un papel importante, ya que puede facilitar la velocidad a la que se expanden y establecen estas variedades, lo que supone un obstáculo a la hora de controlarlas y erradicarlas.
Antes, el clima era un aliado para evitar la implantación de estas especies, ya que «no sufrían un ‘boom’ poblacional, porque llegaba el invierno y las heladas, lo que les impedía sobrevivir», cuenta Capdevilla-Argüelles. Sin embargo, con el cambio climático, los inviernos se han vuelto «mucho más cálidos y las condiciones son mejores», lo que facilita la invasión de estas especies.
Uno de los casos más recientes es el de la avispa asiática, cuya expansión se ve facilitada cuando no tiene que enfrentarse a inviernos muy fríos. Capdevilla-Argüelles explica que esta especie no debía llegar a zonas como León «por los inviernos y porque, si llegaba, no iba a sobrevivir». Sin embargo, este insecto se ha convertido en invasor debido a «la subida de las temperaturas y a las propias capacidades de adaptación de la especie», explica la bióloga.
Las altas temperaturas que se han registrado en España también han sido un aliado para insectos como el mosquito tigre, ya que «en invierno podrían sufrir un deceso poblacional muy importante a causa de las bajas temperaturas», especifica Capdevilla-Argüelles.
Llega el ‘perejil gigante’
Un caso inquietante es el del perejil gigante, que es muy reciente en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras y que se encuentra en la lista de especies preocupante para la Unión Europea. Esta planta, además de invadir con gran facilidad las riberas de los ríos, «tiene un problema sanitario importante, puesto que es fototóxica», indica Capdevilla-Argüelles. Esto significa que, al rozar con la planta y luego incidir el sol sobre esa parte del cuerpo, puede llegar a producir quemaduras importantes.
Actualmente, esta familia de plantas sólo se encuentra en la zona de los Pirineos, por lo que todavía es una población reducida. «Desde el mismo momento en el que se ha detectado, se está haciendo un seguimiento y un control muy importantes para contener esta especie e intentar erradicarla», explica. Este es un caso en el que las autoridades «se han puesto manos a la obra y se está haciendo un esfuerzo importante».