Calentamiento global

El 'escudo' helado de la Antártida alcanzará este año un mínimo casi récord

El continente registra temperaturas de 3ºC por encima de la época preindustrial y su rol como estabilizador climático está en riesgo

La Antártida está sufriendo un deshielo acelerado.

La Antártida está sufriendo un deshielo acelerado. / Pixabay

Ramón Díaz

Ramón Díaz

El manto blanco que cubre el océano Antártico continúa su declive. La extensión del hielo marino alrededor de la Antártida se redujo el pasado 25 de febrero a 1,87 millones de kilómetros cuadrados, marcando el séptimo mínimo histórico desde que comenzaron los registros satelitales en 1993. Esta cifra, un 8% inferior al promedio de 1993-2010, confirma una tendencia alarmante: el continente helado pierde su escudo de hielo a un ritmo sin precedentes.

El ciclo natural del hielo marino antártico, que se expande en el invierno austral (de abril a septiembre) y retrocede en el verano, está siendo alterado por el calentamiento global. En 2025, el mínimo estival de hielo no solo igualó el récord de 2024, sino que se ubicó por segundo año consecutivo por debajo de los 2 millones de kilómetros cuadrados, según datos publicados por el Servicio Marino de Copernicus, programa liderado por la Unión Europea (UE) para monitorear los océanos.

"Estamos ante un patrón claro de disminución acelerada", señala el informe. El dato más preocupante, sin embargo, no es la superficie perdida, sino el volumen de hielo: el 5 de marzo de este año, alcanzó un mínimo de 1.030 kilómetros cúbicos, un 56% menos que el promedio histórico.

A diferencia de la extensión –que mide el área cubierta–, el volumen considera también el grosor del hielo, lo que ofrece una visión más precisa de su salud. "Hielo más delgado se derrite con mayor facilidad, acelerando aún más el proceso", explica el documento.

Una foca sobre el hielo antártico.

Una foca sobre el hielo antártico. / Pixabay

Aunque el retroceso es generalizado, no afecta por igual a toda la Antártida. Imágenes satelitales muestran que el mar de Weddell y las costas de la Tierra de Wilkes y Amey resistieron mejor el deshielo, mientras que sectores como el mar de Bellingshausen experimentaron pérdidas significativas. Estas variaciones responden a diferencias en corrientes oceánicas, vientos y temperaturas locales, factores que el cambio climático está exacerbando.

Hielo más delgado y vulnerable

El informe destaca que desde 2017 se han registrado cinco de los siete mínimos históricos de extensión de hielo. "La Antártida ya no es el gigante estable que creíamos", advierte un análisis de Microsoft Ocean International, socio tecnológico del proyecto de la UE.

La reducción del volumen de hielo –de 2.390 kilómetros cúbicos de promedio a solo 1.030 kilómetros cúbicos en 2025– revela un fenómeno crítico: el hielo restante es más delgado y vulnerable. Este adelgazamiento limita su capacidad para actuar como aislante térmico del océano y como plataforma de reproducción para especies como el krill, base de la cadena alimentaria antártica.

"La reducción del volumen no solo implica una menor superficie congelada, sino que también señala un debilitamiento estructural del hielo restante, lo que lo hace más vulnerable al derretimiento futuro", señala el boletín

"Un océano más oscuro, sin hielo, absorbe más calor solar, creando un círculo vicioso de calentamiento", detalla el informe. Este proceso no solo afecta a la biodiversidad local, sino que altera corrientes marinas globales, como la Circumpolar Antártica (principal sistema de circulación del océano Austral), reguladora del clima planetario.

Anomalía del volumen del hielo marino antártico.

Anomalía del volumen del hielo marino antártico. / Copernicus

La Antártida almacena el 90% del hielo terrestre del planeta y regula el clima mediante el reflejo de la radiación solar (efecto albedo) y la liberación de agua fría a los océanos. Sin embargo, su rol como estabilizador climático está en riesgo.

Entre 1993 y 2025, la extensión mínima anual de hielo marino ha disminuido a un ritmo del 12% por década, según Copernicus. Aunque la variabilidad natural explica parte de las fluctuaciones anuales, la tendencia a largo plazo apunta al calentamiento global como motor principal. "Los últimos ocho años han sido los más cálidos registrados en la región", subraya el documento.

Consecuencias globales

La pérdida de hielo antártico tiene consecuencias globales. Aunque el hielo marino antártico no contribuye directamente al aumento del nivel del mar –pues flota sobre el océano– su retroceso tiene efectos profundos en los sistemas climáticos globales. El deshielo de plataformas glaciares –sostenidas por el hielo marino– acelera el flujo de glaciares terrestres hacia el océano.

El hielo actúa como una superficie reflectante (albedo) que devuelve la radiación solar al espacio. Menos hielo implica mayor absorción de calor por parte del océano, lo que acelera el calentamiento de las aguas. Aguas más cálidas y menos densas modifican patrones de circulación que distribuyen calor y nutrientes.

El deshielo tiene asimismo un severo impacto sobre la biodiversidad. Especies como pingüinos, focas y ballenas dependen del hielo para alimentarse y reproducirse. Además, el colapso de ecosistemas antárticos podría liberar cantidades masivas de metano atrapado bajo el permafrost. Este gas de efecto invernadero es 25 veces más potente que el dióxido de carbono.

Anomalía de la extensión del hielo marino antártico.

Anomalía de la extensión del hielo marino antártico. / Copernicus

El Servicio Marino de Copernicus ha destacado que seguirá monitoreando la evolución del hielo mediante satélites y boyas inteligentes. Los datos recopilados alimentarán modelos climáticos para predecir escenarios futuros y diseñar políticas de mitigación.

El comportamiento del hielo marino antártico durante el invierno austral de 2025 será determinante para evaluar si la tendencia a la baja se consolida aún más o si hay signos de recuperación parcial. Las próximas mediciones, previstas para septiembre y octubre, darán una nueva lectura del estado general del hielo y permitirán ajustar las proyecciones sobre su evolución.

Mientras tanto, la comunidad científica urge a reducir emisiones de gases de efecto invernadero. "Cada décima de grado de calentamiento cuenta", concluye el informe. En la Antártida el termómetro marca ya tres grados centígrados por encima de la era preindustrial: el reloj corre más rápido que en cualquier otro lugar del planeta.

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