El mundo del automóvil va a cambiar, y no porque los gobiernos se hayan empeñado en eliminar los motores con combustibles fósiles del mercado y sustituirlos por motores eléctricos, sino porque los fabricantes quieren quedarse con casi todos los beneficios que generan sus vehículos a lo largo de su vida útil.

Han entrado nuevos «jugadores» en el mundo de la distribución y están empezando a coger una porción de la venta de vehículos, y eso los fabricantes no están dispuestos a permitirlo.

Para ello los venderán directamente, sin intermediarios, y los concesionarios pasarán a ser meros agentes, que no tendrán que comprar los coches como ahora, y se llevarán una comisión por cada venta. También harán el mantenimiento de los eléctricos, que será menor y considerablemente más económico que el de un vehículo de gasolina o diésel.