PRIMER FINALISTA

Messi llega donde quería: la final del Mundial

Leo dirige la goleada de la mejor Argentina con un gol de penalti, el quinto del torneo, y una asistencia a Julián Álvarez tras una jugada ‘maradoniana’

Leo Messi celebra el 1-0 en el Argentina-Croacia de las semifinales del Mundial de Catar

Leo Messi celebra el 1-0 en el Argentina-Croacia de las semifinales del Mundial de Catar / Maximiliano Luna/telam/dpa

Joan Domènech

Joan Domènech

La mejor Argentina y el mejor Messi pusieron los dos pies en la final de Qatar. Ya está Messi donde quería, a punto de jugar el séptimo partido del Mundial para poder llevarse la copa dorada que le santificará por los siglos de los siglos, investido como el futbolista más brillante de la historia. Sin discusión alguna.

Messi y Argentina esperan relajadamente a que Francia y Marruecos se peleen por la otra plaza tras batir con suficiencia y golpes letales a una Croacia que se quedó muda, asombrada, ante Messi, que era de esperar, y la eclosión de Julián Álvarez, que secundó al primer gol del astro con un par de tantos que le convierten en la revelación del torneo, si es que es una revelación un futbolista fichado el pasado verano por el Manchester City. Barato sí es: costó 20 millones. Vale mucho más.

Los futbolistas argentinos celebran en un corro la clasificación.

Los futbolistas argentinos celebran en un corro la clasificación. / CARL RECINE

Persecución acabada

La inagotable persecución del fantasma maradoniano que tanto agitaron delante suyo, primero como una exigencia, luego como un señuelo, está a punto de acabar. Noventa minutos, quizá 120 es todavía un largo trecho, pero un suspiro para quien lleva tantos años brillando como el mejor futbolista del mundo, siendo Maradona cada día, como en su día sentenció Jorge Valdano, voz autorizadísima, como excompañero de Diego y analista de Lionel.

Ya está Messi oteando la copa del mundo que observó tan de cerca con los ojos llorosos en 2014 y que la historia reservó para otros, aquellos alemanes de cuando siempre ganaban. La ve imaginaria, figuradamente, lejana, a cinco días vista. Pero sabe que la verá y que tendrá de nuevo los ojos vidriosos pero que, antes, deberá hacer un último esfuerzo para tocarla.

Nadie lo hará por él. Nadie está capacitado en su equipo para ponerse a su altura y echarle una mano para que, por fin, pueda asir el trofeo con las dos manos y levantarlo al cielo, brindando una imagen icónica que establezca, de una puñetera vez, que Argentina venció al pasado que tanto la presiona desde que Maradona conquistara él solo el Mundial de 1986. Si lo gana Messi en 2022, en la sexta final de la albiceleste, con dos ganadas (1978 y 1986), habrá sido igual. A partir de él.

Dybala penetra en la defensa croata.

Dybala penetra en la defensa croata. / Juan Ignacio Roncoroni

De Higuaín a Julián

El recuerdo del 2014 conserva el dedo acusador sobre Gonzalo Higuaín, víctima de la crueldad colectiva por las ocasiones desperdiciadas. El 9 de Higuaín lo porta ahora Julián Álvarez, el nuevo socio de Messi, el compañero más fiable. Salió de suplente de Lautaro los dos primeros partidos y le sustituyó en el once titular en los cuatro siguientes.

Messi tuvo que dar el primer paso, como siempre, abriendo el marcador por quinta vez y encarrilar el partido. Volvió a ser (por tercera vez) desde el punto de penalti gracias a una escapada de Julián, que atisbó un error monstruoso de la defensa croata, con los centrales separadísimos, y se pegó una carrera enloquecida que detuvo Livakovic. Nadie había disparado a puerta con cierta decencia hasta entonces, pero Julián no tardó ni cinco minutos en meter el dedo en la misma llaga. Con otra escapada, rebotes mediante, que le plantó de nuevo ante Livakovic para el 2-0.

La despedida de Modric

 Modric miró al cielo, se atusó el pelo y se vio perdido. La despedida estaba escrita ante el mismo equipo y el mismo Messi frente a los que debutó en 2006. La tercera semifinal de Croacia no se ampliaría con la segunda final tras la de 2018, descartando que se repitiera el mismo duelo que en Rusia frente a Francia. El técnico croata sustituyó a Modric para que los 88.966 espectadores aplaudieran la retirada de otro futbolista 10.

Luka Modric saluda tras ser sustituido a nueve minutos del final.

Luka Modric saluda tras ser sustituido a nueve minutos del final. / JUANJO MARTIN

No pudo el once cuadriculado reengancharse al partido con el 2-0, desconcertado por el impacto que causó la pareja de delanteros albicelestes. Lo peor llegó después, con la jugada maradoniana de Messi. Se escapó por la derecha del ataque, superó un rival tras otro hasta llegar a la línea de fondo y tirar un pase atrás para que Julián rematara. 

Faltaban 20 minutos y Argentina había culminado el trabajo que con tanta angustia y tan mal comenzó hace 20 días. sin que ninguna confabulación se lo haya impedido, como auguraban los derrotistas. Se ganó la final con más brillantez que nunca mientras sonaba una y otra vez, el «Muchachos...», el nuevo himno albiceleste.