Quien ha visto un lobo en libertad no lo olvida jamás. Es como respirar naturaleza en estado puro, como sentir la vida en forma de animal. Por eso, desde que Félix Rodríguez de la Fuente nos enseñara a amarlos y protegerlos, los lobos no sólo han vivido en el campo, también lo han hecho en los sueños de varias generaciones.

Se llama Carlos Sanz y lleva casi toda la vida estudiando y conviviendo con el lobo ibérico. Biólogo y naturalista por estudios y vocación, quiso el destino y su buena fortuna que, allá por los años setenta, sus prácticas en mitad de la carrera le llevaran junto al gran maestro Félix Rodríguez de la Fuente. En su vida hubo un antes y un después. Hasta ese momento sabía lo que quería estudiar, y a partir de entonces descubrió lo que quería ser.

Por aquel entonces, Félix se encontraba inmerso en la grabación de lo que sería su gran obra: «El Hombre y la Tierra», una serie documental que transformaría la historia de la fauna de España. Aquellas imágenes contadas con tanta pasión, como sólo él sabía hacer, supusieron cambios de todo tipo. Modificaron la mentalidad de muchas personas, sí, pero, también, la legislación vigente. Y así, animales considerados hasta entonces alimañas a eliminar -como, por ejemplo, las águilas, los linces o los osos- pasaron a ser animales a conservar.

Pero, sin duda, fue la protección del lobo ibérico su principal y más personal batalla. Animal enigmático y fascinante como ninguno, de admirable vida social y gran relevancia ecológica, llenó con sus aullidos las pantallas de aquella primera televisión española en color. Nada volvió a ser igual. Tampoco lo fue para Carlos que, tras participar en aquellos rodajes y muchos otros que llegaron después -como la «España Salvaje», junto al actual rey de España-, decidió seguir para siempre ligado profesionalmente a la conservación de los lobos, escribiendo, realizando exposiciones, dirigiendo filmaciones y trabajando directamente con ellos en el Centro del Lobo Ibérico de Robledo de Sanabria (Zamora), donde actualmente continúa como responsable del mantenimiento y manejo de lobos.

En realidad, toda una vida dedicada a estos animales. Y lo que aún le queda, porque, pese a los años transcurridos, sus ojos conservan el mismo brillo e ilusión que cuando comenzó. Quizás, por eso, no es de extrañar su lucha diaria para protegerlos y su empuje constante a la obra: «Amigo Lobo: Leyenda y realidad del lobo ibérico». Exposición que, desde el año 2001, recorre con éxito toda España por lugares tan importantes como el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid y que, estos días, recala en la localidad zamorana de Villardeciervos.

Nuestra mayor gratitud y reconocimiento a la obra del maestro Carlos Sanz o, lo que es lo mismo, al último «hombre lobo de España».