El mundo de los animales está lleno de leyendas. ¿Han oído hablar del megalodón, el tiburón más grande que jamás existió? Se le considera extinguido pero, cuando hace poco en lo más recóndito del fondo marino fue grabado el conocido popularmente como tiburón peineta, un «hexanchus Griseus», de nuevo volvieron a abrirse todos los interrogantes. ¿Podría existir aún alguno con vida?

Uno de los animales más temidos que existen en el medio marino son los tiburones blancos. No es extraño. Sólo el año pasado protagonizaron más de un centenar de ataques y, mutilaciones aparte, acabaron con la vida de media docena de personas. Para ello, cuenta con dos poderosas armas. Por un lado, su espectacular tamaño, que puede alcanzar los seis metros de largo. Y, por otro, una poderosa mandíbula capaz de albergar, a lo largo de su vida, más de 20.000 colmillos triangulares de más de cinco centímetros cada uno. Con esas armas, evidentemente, podría llevarse a mucha más gente por delante; sin embargo, tenemos suerte: le damos asco. El sabor del cuerpo humano le repele y le produce náuseas.

Claro que, si los tiburones blancos son animales casi de leyenda, el megaladón es el más mítico de todos. Se trata de un animal de más de 20 metros de longitud que vivió hace cientos de años. Hoy en día, la ciencia lo da por extinguido aunque, claro, como siempre, con reservas. Es lógico. Nadie sabe con certeza lo que ocurre en lo más recóndito de las profundidades marinas.

Por eso, cuando hace poco en medio de una investigación en el Golfo de México, a más de mil metros de profundidad donde la única luz era la de las antorchas de las cámaras, apareció de repente un tiburón «peineta», primo hermano del megalodón, todos quedaron asombrados.

Y, seguramente, no fueron sus reflectantes ojos verdosos, ni su inmensa boca, ni tan siquiera su gigantesco cuerpo de más de una tonelada de peso lo que realmente les dejó alucinados. Lo que les pareció increíble es que un animal tan prehistórico, primitivo y solitario lleve siglos consiguiendo reproducirse en un medio tan castigado como el marino. Sin duda, su suerte es que vive en lo más profundo del mismo, allá donde la mano del hombre, aunque quiera, no llega.