El mundo se para, pero ellas siguen. Esas personas que no pueden permitirse el lujo de parar, porque hay vidas que dependen de ellas. Esos seres de luz que aguantan lo que no está escrito para ayudar a los que menos tienen, para no dejar solos y desamparados a los que únicamente les tienen a ellas. Son seres humanos aunque no lo parezcan por la pureza de su alma, por la generosidad de sus gestos.

Personas que ahora mismo están sufriendo por todos los que sienten dolor de una forma u otra.

El mundo se para y ellas están más activas que nunca, buscando la manera de que los animales de la calle, los que están en perreras o protectoras, no sientan el efecto devastador de la crisis.

Se juegan la vida y su propia seguridad emocional saliendo a ayudarles, porque mientras su corazón siga latiendo, su mundo no parará jamás.

Y aparecen otras personas que gracias a los momentos duros que estamos viviendo, descubrimos que también son así. Te tienden la mano, te ofrecen su ayuda y están a tu lado para ayudarte y ayudar a los que dependen de ti.

Recalcar que a pesar de que estas personas no pueden parar, todo lo hacen desde la mayor responsabilidad tomando todas las precauciones recomendadas, para que sus actos no pongan en peligro a nadie.

Y en ese momento en el que el mundo se paró, fue el momento en el que ellas resistieron. Se organizaron, se crecieron y demostraron la grandeza de su corazón y el poder que tienen sus almas. Con sus actos y su valentía enseñaron a la sociedad, que su capacidad empática hace que la mayor parte de las veces las cosas no sean fáciles, pero que no existe nada mejor, tanto para el que lo hace como para quien lo recibe, porque en eso consiste la vida y en eso consiste el amor.

Por eso, el mundo se ha parado, para pero ellas no. Ellas siguen al lado de los animales, luchando, amando y venciendo cada obstáculo que se les plantea en el camino, porque ellas son imparables.