Los gorilas de montaña de África son muy propensos a padecer enfermedades respiratorias. Un simple resfriado puede matarlos. Por eso, ahora están en el punto de mira de todo el conservacionismo mundial. Si el coronavirus llega a ellos, la especie está perdida.
En varios parques nacionales de Ruanda, Uganda y, especialmente en el de Virunga, en el Congo, se conserva la mayoría de los mil ejemplares de gorilas que quedan viviendo en libertad en África. Sin embargo, desde hace unos días se ha prohibido cualquier acercamiento a ellos. Se les ha aislado. Los expertos temen que, dada la facilidad de contagio y la letalidad que presenta el coronavirus, si un solo gorila enfermara la especie se extinguiría.
El problema es que, con los grandes primates, es decir, chimpancés, bonobos, orangutanes y gorilas, no sólo compartimos el 97% del genoma humano sino que, además, compartimos muchas de las enfermedades que nos afectan a nosotros.
En el caso de los gorilas, por ejemplo, el tema es especialmente preocupante ya que no sólo se encuentran en situación de peligro crítico de extinción desde 1996 debido a la caza furtiva, sino que, encima, poseen una gran facilidad para contagiarse de infecciones respiratorias humanas.
Sin embargo, no son los únicos. El mismo temor es compartido en Asia, concretamente en las islas de Sumatra y Borneo. Allí vive la última población de orangutanes en libertad, otro gran primate en peligro crítico de extinción. Cualquier contagio que se produjera, aceleraría irremediablemente su destrucción.
Por tanto, en estos momentos la preocupación es máxima en el mundo de la conservación de los animales. Nadie sabe qué ocurrirá al final. De momento se ha prohibido cualquier tipo de turismo que pudiera provocar el contagio pero, nos guste o no, son países sin recursos en los que la conservación de estos animales depende directamente del dinero que ingresan por el mismo. Si no hay dinero, no hay protección. Por otro lado, el confinamiento humano general acabará en cuanto se consiga una vacuna o un tratamiento curativo para la enfermedad, pero el virus no desaparecerá y, en caso de contagio, las consecuencias para los animales serán las mismas. Así que, no queda mucho margen de tiempo para actuar y, sin actuación ni tiempo, no hay futuro.
O evitamos su contagio o es su fin.
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