Considero muy importante explicar la situación tan injusta que viven muchos animales debido a sus características psicológicas, a la hora de ser adoptados.
Se supone que la gente que quiere adoptar, tiene la intención de ayudar a los animales que han sufrido abandono, maltrato o cualquier otra circunstancia que ha hecho que terminen sin una familia que cuide de ellos. Se entiende que dichos animales lo han pasado muy mal, bien por haber tenido que sobrevivir en la calle asustados, por haber sido víctimas de maltrato o por haber sido abandonados por la persona en la que confiaban. Obviamente, lo normal es que esto les genere unas secuelas psicológicas como por ejemplo el miedo o la inseguridad, ya que han vivido uno o varios traumas. Sin embargo, a la hora de gestionar adopciones, en ocasiones nos encontramos con personas que pretenden encontrar un animal que sea sociable, cariñoso y confiado incluso con desconocidos. Un animal equilibrado al que los traumas no le hayan afectado en absoluto. Quieren ir a conocerlos y que se lancen a sus brazos sin haberles visto jamás, cosa poco habitual incluso en animales que no han sufrido violencia, como por ejemplo en el caso de los gatos.
La consecuencia de esto, es que si un animal tiene miedo y ante los desconocidos se esconde por ejemplo, esto le restará muchísimas oportunidades a la hora de ser elegido por personas que sólo piensan en los que ellos quieren, y no se ponen en su lugar. Si están en esa situación, es porque han sufrido o simplemente porque su personalidad es más tímida. El hecho de no entenderlo y respetarlo, significa que desconocen lo que esos animales son capaces de aportar, si se les da una oportunidad.
Por ello, animo a las personas que estén pensando en adoptar, que pregunten por la historia, que se fijen en lo que necesitan tanto ellos como el animal, teniendo en cuenta que todos merecen ser felices y tener una oportunidad Porque sólo de esa forma, la elección será ética, justa y adecuada a la realidad.
