Aunque muchas personas creen que los animales sólo se aparean, el asunto no está tan claro. Es evidente que existen animales en los que la unión entre el macho y la hembra no tiene más finalidad que la reproducción. En esos casos, la misión de la hembra es encontrar el mejor individuo dentro de su especie para asegurar crías sanas y fuertes. Eso ocurre, por ejemplo, en peces, anfibios y otros animales pequeños pero ¿Y en el resto?

La mayoría de aves conservan la misma pareja durante toda su vida. Entre ambos existe una unión especial, se preocupan el uno por el otro y se auto protegen. Las parejas de osos, elefantes o focas marinas, antes de la cúpula, desarrollan juegos, preámbulos y caricias pese a que, una vez finalizado el acto, cada uno se marcha por su lado y, si te he visto, no me acuerdo.

La cópula entra las parejas de felinos también está llena de juegos, roces y olores en sus preliminares aunque finalmente acabe desarrollándose de una forma violenta. En su caso, el macho sujetará a la hembra por el cuello y dominará el acto.

En el caso de los perros, sus hábitos de apareamiento, por el contrario, están llenos de gestos y miradas, de lloros, de reclamos y juegos. Cuando macho y hembra se encuentran, se olisquean y ambos comienzan a reconocerse y a explorarse mutuamente. Si se gustan, se atraen y sus cuerpos se encuentran en el momento exacto para ello, tras unos minutos de cortejo llegará la cópula.

Son diferentes especies, situaciones y casos en los que los animales se aparean, sí, pero, también, distintas formas en las que la relación sexual parece ir mucho más allá de la mera reproducción. Por eso, cada cierto tiempo de nuevo surge la pregunta: ¿los animales se aparean o hacen el amor? O si se prefiere: ¿es tan distinto el comportamiento sexual de los animales del nuestro?