Los ayuntamientos, por regla general, gestionan la población de palomas de los municipios como si de una plaga se tratara a través de empresas que les dan sacrificio. 

Se parte de la idea errónea de que estas aves son una plaga que debe erradicarse, cuando lo cierto es que no causan daños graves a otros animales o vegetales. Lo único que parece justificar esta idea es la suciedad a la que se asocia a estos animales y las quejas vecinales, que son mínimas. Se trata de animales que siempre han estado en las ciudades, cada vez con menos frecuencia dada la invasión de sus espacios y los métodos de «gestión» que se utilizan, que no son otros que su captura y sacrificio.

Pues bien, partiendo de que resulta difícil encontrar justificación a la decisión de sacrificio de estos animales, que además no suele contar con informes técnicos específicos, la acción que llevan a cabo la mayoría de ayuntamientos tendente a eliminar a estos animales genera un enorme sufrimiento a las aves, que son alimentadas durante varios días en una misma zona para generar su confianza y luego ser cazadas mediante redes, tras lo cual se les da muerte. Si ello no fuera suficiente, dicha acción atenta contra el ecosistema toda vez que las aves cumplen una importante función en nuestro ecosistema, distribuyen las semillas y hacen que se reproduzcan las plantas, comen insectos... entre otras funciones.

Para el control poblacional de aves, existen métodos más efectivos y éticos con excelentes resultados, como es la utilización de pienso anticonceptivo y palomares ecológicos. Con ello se consigue ubicar a las palomas en parques y jardines, controlar la población y reducir las quejas vecinales. Algunos ayuntamientos han incorporado el pienso anticonceptivo de palomas a la gestión de estos animales con resultados favorables, de una forma que no atenta ni contra el ecosistema ni genera sufrimiento a los animales.