Los perros acaban de llegar al mundo del covid para ayudarnos. Se encargarán de rastrear la enfermedad. Francia, Reino Unido, Alemania o Finlandia han sido los primeros en poner en marcha esta experiencia. En España habrá que esperar un poco más.

Como es sabido, los perros, cuando han sido preparados para ello, son capaces de detectar inminentes bajadas de azúcar, ataques epilépticos, infartos y muchas otras dolencias que afectan al ser humano, pero, ¿pueden ser capaces también de detectar que una persona tiene covid? Por supuesto e, incluso, antes de que aparezca síntoma alguno. 

Fíjense, lo que le cuesta a un profesional sanitario la realización de una prueba PCR, un perro lo resuelve en menos de 10 segundos con un 100% de eficacia. Los datos no engañan, más de 200 personas pueden ser testeadas por éstos cada hora. 

Si viajan a Helsinki, en el aeropuerto los encontrarán esperándoles. Allí, tras pedirle sus cuidadores que se pase una toallita por el cuello, expondrán ésta al olfato de los perros. No será necesario nada más. Ellos, con sus ladridos, sin lugar a equivocación alguna, señalarán la posible presencia del virus. La razón es sencilla, el sudor de las personas con covid posee un olor diferente debido a los cambios físicos internos que el virus produce, inapreciable para el olfato humano, pero no para el de los animales. 

En Alemania, por el contrario, lo que rastrean los perros adiestrados por el ejército para descubrir si una persona tiene covid, es el olor de su saliva. 

Da igual, de una forma u otra, el resultado es el mismo. Los perros, a través del uso de sus extraordinarias facultades y sentidos, marcarán la presencia de la enfermedad.

Evidentemente, lo mismo ocurre en Francia y en el resto de países. El uso de perros para este fin no conoce límite alguno y facilita el rastreo en sitios tan concurridos como colegios, estaciones o centros deportivos. 

España, por su parte, ya prepara también a sus perros. Serán más de 500 y, en nuestro caso, dado el número de abandonos que se produce cada año, procederán de albergues. Eso no les resta valor alguno. Al contrario, los convierte en animales siempre deseosos de demostrar que ellos también son los mejores amigos del hombre. Así que, tranquilos, sin duda, estamos en las mejores manos o, mejor dicho, patas.