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PENSAMIENTOS ANIMALISTAS

Cuando el amor se quedó ciego

Cuando el amor se quedó ciego

En algún lugar leí o me contaron que hace mucho tiempo los sentimientos poseían el don de la vida. Por aquella época era frecuente encontrar a la tristeza paseando su pena junto a la alegría o a la ilusión caminando con la esperanza.

Una noche coincidieron todos en una fiesta pero, por alguna causa desconocida, comenzó una terrible discusión entre dos de los asistentes. Se trataba de la locura y el amor. Se gritaban insultos y amenazas. La esperanza intentó separarles pero fue inútil. Por el contrario la ira, la furia y la amargura, les animaban.

Tras los gritos, llegó la violencia. La locura se arrojó contra el amor tirándole al suelo y golpeándole con tan mala fortuna que, sin pretenderlo, le dejó ciego.

El amor se levantó y, al no ver, se echó a llorar desconsoladamente.

La locura, destrozada, al comprobar lo que había hecho se sintió rota y arrepentida y, de rodillas, le pidió perdón prometiéndole que, a partir de ese momento, ella sería siempre sus ojos. Cuentan que, desde entonces, el amor es ciego y le guía la locura».

La conocí en un albergue. Es una perra grande de tamaño pero delgada de puro hambre. Llegó al centro con un equipaje escaso: cuatro patas, algo de piel y huesos, y un corazón herido por el abandono. Poco se sabía de ella, salvo que las cicatrices que acompañaban su cuerpo delataban un pasado de maltrato.

Poseía y posee, eso sí, una especial tristeza en sus ojos que sólo la abandona cuando alguien se acerca a su jaula y pregunta por ella. Entonces, como si la vida empezara de nuevo y nadie le hubiera hecho nunca mal alguno, se lanza alegre a lamer la mano de aquel que pudiera adoptarla.

Cada vez que la veo tan confiada en su entrega, me doy cuenta que también los animales viven el amor ciegamente guiados por la locura. En realidad, esa es parte de su magia.

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