Mi primera perra abandonada se llamaba India. Era negra como el azabache. Ni muy grande ni muy pequeña. Tenía las patas largas y un rabo incansable que balanceaba sin parar.

Su historia para mí comenzó el mismo día en el que la encontré. Estaba abandonada, sucia y perdida en medio de la calle. La monté en el coche y la llevé uno de los poquísimos albergues que entonces existían en España. Allí se le puso en una jaula y, aunque al principio se mostraba cohibida y desconfiada, le dimos tiempo para que conociera las instalaciones y volviera a aferrarse a la vida. 

Y lo hizo. Poco a poco, como el resto de sus compañeros de jaula, se fue sintiendo dueña y señora del pequeño territorio que conformaba ésta. Sin embargo, si algo le pertenecía de verdad a India era la libertad. 

Esperaba ansiosa cada día a que alguien se acercara a su jaula y la dejara salir. No había mayor felicidad que verla correr deprisa, sin rumbo, simplemente por el placer de correr. Primero se alejaba velozmente de la jaula pero, cuando sentía que se había marchado demasiado lejos, retrocedía rápidamente y corría hacia aquel que le había abierto la puerta para agradecérselo con lametazos. 

India no era un cachorro, era una perra adulta. En aquella época, desgraciadamente, existían pocas personas dispuestas a adoptar un perro de un albergue y, menos aún, si éste era mayor. Sin internet, ni eventos, ni redes sociales, resultaba casi imposible darles a conocer. 

Así que, cansado de que los animales abandonados fueran invisibles, decidí presentarlos en sociedad. Me dirigí, entonces, a este mismo grupo editorial y les envié su historia y su foto pidiéndoles su publicación. Afortunadamente, aceptaron encantados y, al día siguiente de ser publicada, India salió adoptada. 

Tras la suya, siguieron miles de historias y miles de adopciones más.  

Este mes hace 25 años de aquella publicación. Desde entonces hasta ahora, cada semana seguimos aquí buscando familias para ellos, o lo que es lo mismo, según las investigaciones que citaba al principio, repartiendo felicidad para todo aquel que comparta su vida con un animal.