Por aquel entonces, yo ya era muy mayor. Me pasaba las horas, como ahora, mirando por la ventana. Ver cómo transcurre el bullicio de la ciudad, siempre me entretiene. Aquella mañana vi pasar, como tantas otras, a una pareja de gatos que habían nacido muy cerca de mi casa, en un solar que hay justo detrás. Eran hermanos y, desde pequeños, siempre iban juntos. 

Ese día caminaban sin rumbo, seguramente buscando algo que comer, junto a los coches. De pronto, por algún motivo, decidieron cruzar la carretera. Reconozco que siempre me angustiaba un poco cuando lo hacían, por si ocurría alguna desgracia. Sin embargo, aquella mañana cruzaron los dos a la vez, sin más problema. Sin embargo, por algún motivo, uno de ellos decidió volver.

Sucedió de repente. Se dio la vuelta y comenzó nuevamente a cruzar la calle. Casi no llegué a ver lo que ocurrió. Escuché un frenazo y vi su cuerpo tendido, aún con vida, pero moribundo. Me dio tanta pena. El coche ni siquiera paró.

Lo más sorprendente es que, entonces, vi algo que nunca pude imaginar y jamás olvidaré. El otro gato, al ver a su hermano tendido, agonizante sobre la carretera, se lanzó a ayudarle y, cogiéndolo por el cuello, comenzó a tirar de él, una y otra vez, intentando desplazarlo hasta la acera.

En realidad, sólo lo consiguió cuando la vida abandonó el cuerpo de su hermano y, ya inerte, no ofrecía resistencia alguna.

Ya en la acera, sobre el alcorque de un árbol, dejó que su cuerpo descansara sobre la tierra y comenzó apresuradamente a lamerle. Creo que intentaba despertarle. No lo sé muy bien porque, para entonces, mis ojos estaban cubiertos de lágrimas.

Pasados unos minutos, el animal debió darse cuenta de que todo aquello ya era inútil y, finalmente, se marchó de allí.

Durante los días siguientes, lo busqué por todo el barrio pero nunca volví a verlo.

Han pasado ya varios meses pero no hay día que no recuerde aquello. Si me lo hubieran contado nunca lo hubiera creído. Sin embargo, desde entonces he buscado, he leído y he encontrado muchos otros casos iguales con perros, con gatos e, incluso, con otro tipo de animales. Son testimonios que aseguran ver lo mismo que yo vi, aquella fría mañana. En realidad, un acto de puro amor de un animal hacia otro.