Queridos amigos, tened cuidado. Nos llegan noticias terribles. Los humanos se pelean de nuevo. La guerra ha estallado. Rusia ha decidido invadir Ucrania. Ha cruzado sus fronteras e intenta hacerse con el poder arrasando la vida. En estos momentos, nos informan de escaramuzas y tiroteos indiscriminados.
Por favor, aves que cruzáis los cielos, volad lejos de allí. Cercetas, ánades y garzas ucranianas, marcharos de vuestros territorios y alejaros de los nidos que, quizás, algunas de vosotras, confiadas, ya estuvierais preparando. Lo sentimos, no hay tiempo para crías este año. Cientos de misiles cruzan ya el cielo e impedirán vuestros vuelos. El mundo se ha vuelto loco. Cernícalos y halcones que vivís en aquellos bosques, huid y esconderos. No os expongáis. Todo esto pasará. Es sólo cuestión de tiempo. Pronto volveréis a escuchar el susurro del viento y a beber de la cascada del río. Guardad la calma.
Nutrias, lirones y tejones, tan típicos en aquellas tierras, buscad cobijo en las orillas de los ríos, o escondite bajo grutas excavadas en la tierra, pero no os acerquéis a los caminos ni senderos. El hombre ha minado el suelo. Por increíble que os parezca, no buscan vuestras vidas, buscan las de sus hermanos.
Osos, zorros y lobos, patrimonio de Ucrania, esconderos en vuestras guaridas. Ocultaros más que nunca del ser humano. Nunca fue vuestro amigo, pero ahora es mucho más peligroso, se ha convertido en su propio enemigo. Las balas vuelan entre ellos. Buscan su propia sangre y su muerte.
Animales de compañía que salís de vuestras casas apoyados sobre los brazos de vuestros humanos. Perros que lamen las manos de sus familias o les dan calor en las frías e infinitas noches de sirenas antiaéreas. Gatos que, en los rincones de los refugios, ronronean espantando nervios ante bombardeos. Acompañad a vuestros humanos y, como sólo vosotros sabéis hacer, dadles lo que más necesitan ahora, cariño y, sobre todo, un poco de paz.
Os deseo suerte. La vais a necesitar. Pronto la vida continuará aunque nada vuelva a ser igual. A vosotros, como siempre, volverán a llamaros animales salvajes, aunque, en realidad, sea el ser humano el que se olvide de ser humano y, a veces, se convierta en el más salvaje de todos los animales.
