Recordarán a Adán y Eva. Personajes bíblicos aparte, se trataba de dos chimpancés que vivían en un zoo de Mallorca y que hace años decidieron escaparse del mismo en buscar de libertad. Los dos la encontraron días más tarde pero, desgraciadamente, en forma de muerte. Uno fue abatido a tiros y el otro apareció ahogado en una balsa.

La huida de orangutanes, gorilas, bonobos o chimpancés de los recintos en los que viven es una constante. Los diseñadores de este tipo de centros saben de la facilidad que tienen para lograrlo. Es lógico, todos esos animales poseen dos armas muy poderosas para tener éxito en sus fugas. Por un lado, está su fuerza. Se calcula que, al menos, ésta es superior en 10 veces al hombre más fuerte que pueda existir en el mundo. Por otro lado, está su inteligencia y su capacidad para poder usar herramientas que le ayuden en su propósito. Un simple destornillador olvidado por alguien de mantenimiento o un raquítico alambre encontrado en el suelo, pueden ser para ellos las mejores llaves de salida.

Uno de los últimos animales en lograr su objetivo ha sido «Oseye», una chimpancé del zoo de Barcelona. El animal finalmente pudo ser capturado y devuelto a su instalación. Otro caso ha sido el «Chichi», un chimpancé que escapó del zoológico de Jarkov asustado por el ruido de los bombardeos.

En este último caso, fue su cuidadora la que hablando le convenció de que volviera al zoo. De hecho, la imagen del mismo volviendo a su recinto montado en una bicicleta se han hecho virales en las redes por la humanidad que desprenden las mismas.

Actualmente, la mayoría de zoos siguen teniendo en sus instalaciones animales de este tipo. Muchos forman parte de programas de cría en cautividad para luchar contra la desaparición de la especie. Sin embargo, sus constantes huidas, su poderosísima inteligencia y el aspecto tan humano que poseen avivan el debate sobre si animales de este tipo deben vivir en cautividad.