El nombre es lo de menos. Un huérfano conquista al PSOE en solitario,Un huérfano conquista al PSOE en solitario después de matar a los padres fundadores cumpliendo con un mandato freudiano. Pedro Sánchez, porque es él, recluye a Susana Díaz en la Andalucía de donde no debió salir.

Con la misma estocada, Sánchez también demuestra el peso nulo de Felipe González o Zapatero sobre una militancia decepcionada por el apoyo gratuito al PP de Rajoy, una humillación que distorsionó un voto cristalino.

Los expresidentes socialistas no sirven ni para pronunciar el discurso de clausura de una convención de vendedores de crecepelos Es posible que hayan lastrado a Díaz, aparte de mostrar una capacidad de análisis francamente mejorable. En cuanto a los olvidados Almunia y Rubalcaba, bastante tienen con aparecer aquí con su apellido deletreado sin errores.

Los militantes toman el mando del partido Abofetean a quienes manipularon arbitrariamente su voluntad. El análisis de la victoria de Sánchez no puede aspirar a la neutralidad. Gracias a su ajusticiamiento de octubre en Ferraz, ha coronado una gesta que no pertenece a la realidad, y que obliga a remontarse a novelas de Dumas como El conde de Montecristo.

¿Quién ganaría hoy unas elecciones generales? Sánchez reconquista el PSOE cuando ni siquiera necesita sus siglas como trampolín. Al contrario, el socialismo susanizado por decreto disminuye las posibilidades de un candidato que no ha experimentado una súbita inyección de carisma. Simplemente, lo han redimido con la sangre de octubre y las descalificaciones que ha sufrido a continuación.

En lo numérico, Sánchez partía con un hándicap insalvable, porque Andalucía acumula una tercera parte de la militancia socialista. Anular esta barrera desde la soledad dramática resulta inexplicable. Sin embargo, se demuestra que el error de González y compañía no se limitó a subestimar al caído. Además, se sumaron a una bandera sonrojante.

Cada intervención de Susana Díaz reducía sus opciones más allá de su comunidad. Los resultados por encima del ochenta a veinte en más de una región suponen una descalificación sin paliativos.

Previendo un resultado de desastre, el aparato que quería rematar a Sánchez y que ha acabado por catapultarlo, acuñó la genialidad de que los militantes del PSOE no eran socialistas. O peor, que no saben qué le conviene al PSOE. Extraña conclusión, en quienes a continuación exaltan el derecho inalienable de los socios sobre la sociedad.

Sánchez no solo coquetea con la mayoría absoluta. Además, el descenso de los votos a Díaz frente a sus avales en determinadas circunscripciones vuelve a demostrar que el aval lleva firma, en tanto que la papeleta definitiva es secreta. La candidata de González y Zapatero no convencía ni a quienes se vieron obligados a apoyarla testimonialmente.

El PSOE necesita a Sánchez, Sánchez no necesita ahora mismo al PSOE. No hay forma de minorar la trascendencia de las primarias. Superan a unas elecciones generales. Sin embargo, no conviene encomendar la predicción de los efectos de la resurrección de Sánchez a quienes daban por hecho que sería triturado por la nomenklatura. El candidato que llegó del frío hiberna a los dinosaurios y estrena partido. A su imagen y semejanza, como un tal Macron, tan aplaudido por quienes odian a Sánchez. Un hombre corriente, un héroe contracorriente.