Los medios de información utilizan recursos gráficos para explicar los resultados electorales. Sin embargo, las barras y quesitos no pueden competir con el diagrama más expresivo, la sesión de constitución de las cámaras. Allí se fijan las masas y volúmenes generales, junto a detalles tan reveladores como los fugaces saludos condenatorios dispensados por Pedro Sánchez y Pedro SánchezPablo Iglesiasal diputado preso Oriol JunquerasEl socialista se apresta a expulsarle de la cámara, el antisistema hipotecado se dispone a traicionarle.

El gráfico del comienzo de la legislatura muestra un Congreso colorista y exótico, donde conviven las ideas más ortodoxas y estrambóticas. Antes de que cunda el pánico, conviene recordar que la mayor crisis económica de la historia estalló por la aplicación a rajatabla de los axiomas financieros. Los extremos se tocan en la cámara, según demostró la ultraderecha moderada al arrebatarle el protagonismo de la jornada a los presos independentistas. Vox propugna la tenencia de armas de fuego a domicilio, una tesis que transparenta su posición sobre la ocupación ilegal de viviendas. Sin embargo, el partido neofranquista okupó los asientos tradicionalmente reservados al PSOE, por el método irrefutable de anticiparse al propietario de la vivienda. Es decir, quebró la tradición, pero sobre todo demostró que 24 ultramontanos son muchos, en una cámara que solo había albergado a un diputado de Fuerza Nueva en cuarenta años.

En legislaturas monocromáticas, Vox obtendría dos diputados, que hubieran sido desalojados o envueltos por la marea bipartidista hasta el anonadamiento de su desafío. Con su peso actual sustentado en 2,6 millones de votos, nadie se atrevió a molestarles, y la ultraderecha emparedó al socialista José Zaragoza. Aunque sea en negativo, reflejan una cámara con seis grupos en dobles cifras y ocho con más de cinco diputados.

¿Por qué se reprocha la fragmentación, en lugar de presumir de la diversidad perseguida en todos los ámbitos sociales? Es curioso que la versión rígida sea predicada por los principales beneficiarios del estallido multicolor. Albert Rivera habla como si hubiera levantado el Congreso con sus propias manos, al definir que "aquí se sientan los que defienden al pueblo español, no los que atacan al pueblo español". Ningún ciudadano, ni siquiera un diputado, tiene derecho a moldear la cámara a su imagen. El Congreso reúne a los españoles más votados, en un procedimiento religiosamente pautado. El parlamento más plural que nunca representa con escrupulosidad el deseo político de la España actual mediante el procedimiento más exigente, consultar a todos los socios de la empresa.(Y Rivera propone para la alcaldía de Barcelona a un presidente del Gobierno francés).

En décadas anteriores, cuando despuntaba un líder alternativo como Rivera, el bipartidismo se apresuraba a encarcelarlo. PP y PSOEse sienten hoy encogidos por los pujantes recién llegados, según visualiza la constitución de la cámara abigarrada. Para garantizarse la supervivencia, los populares deberán admitir que son más pequeños de lo que piensan. Y los socialistas, que son menos grandes de lo que alardean.