El guardia urbano de Barcelona Albert López está acusado de haber matado, junto a su amante Rosa Peral, al novio de ella, el también policía Pedro Rodríguez en mayo de 2017, un crimen en el que niega haber participado pero que reconoce haber encubierto por "amor" y "lealtad".

A diferencia de lo que ha sostenido durante todo el juicio, en el que ha mantenido un perfil bajo, con algunas caras de asombro y mucha lectura a sus apuntes, Albert admite ahora su culpabilidad, pero la reduce a un mero papel secundario.

Trata así de evitar los 24 años de cárcel que solicita el fiscal, quien ve en el asesinato una "perversa prueba de amor" hacia Rosa, a la que no ha nombrado ni un solo día pero a la que una vez llegó a ser "adicto".

Estas son las diez claves de su coartada, que ha concluido hoy y que ha detallado a lo largo de dos jornadas y más de seis horas de interrogatorio:

1. AMOR SIN ATADURAS

A diferencia de Rosa, Albert sí ha reconocido que ambos mantenían una relación de pareja aunque ésta no fuera "al uso" porque ella la simultaneaba con su matrimonio, una coyuntura que a él no le "importaba".

"Esta situación me iba bien para mis intereses, aunque esté feo decirlo", ha reiterado sobre su vínculo con la acusada para explicar que no es "celoso" y que los mensajes e insultos que mandó a Rosa cuando descubrió que ésta había comenzado con Pedro se debieron única y exclusivamente al "dolor" por que se lo hubiera negado.

El quebranto en la confianza entre ambos se volvió a reproducir cuando la acusada lo delató ante la policía, un giro de guion que Albert se recusó a creer: "¡Cómo iba a decir eso!".

2. UN 'ZOMBI' QUE PARTICIPA ACTIVAMENTE

Según su versión, la noche del crimen Rosa lo llamó "llorando, fuera de sí y en situación de shock" para decirle que había matado a Pedro, pero como no se lo creyó, decidió irse a casa a dormir aunque, pasadas las horas y ante la imposibilidad de conciliar el sueño, acabó por acudir a su domicilio a las tres de la mañana.

Al llegar, encontró a la acusada "ida", descalza y limpiando con lejía un balcón, de forma que saltó la valla para acudir en su encuentro y confirmar que la víctima estaba muerta y ya en el maletero de su vehículo.

A partir de entonces, la situación le "superó" y acabó abandonando sus "obligaciones de policía" para ayudar a la que había sido su amante y mejor amiga: "Pasé a ser un zombi y un mero espectador de todo aunque participé activamente".

3. UN GOLPE O UN TIRO

Uno de los cambios de estrategia ha sido precisamente cuando se ha referido a la posible causa de la muerte de Pedro, que ha jurado que no presenció, y que en instrucción achacó a un "golpe", tal como le habría contado Rosa.

En cambio, en sala ha mencionado por primera vez que la víctima pudo haber sido asesinada por un disparo aunque ha matizado que la procesada no se lo concretó por más que él le preguntó con insistencia: "Siempre divagaba y cambiaba de tema".

Sí ha dado respuesta en cambio a lo que presuntamente ocurrió con el sofá que desapareció de la escena del crimen: Rosa lo usó de camilla para transportar el cuerpo de Pedro hasta el maletero del coche.

4. "LEALTAD CIEGA"

Si no delató a Rosa a los Mossos fue por la "lealtad ciega" fruto de un amor que sentía "con absoluta locura", así como por el "secuestro emocional" al que ella lo sometió. "Le había jurado por sus hijas que no diría nada. Estuviera en comisaría o en West Point", ha aseverado.

Ha justificado su actitud alegando que "a veces el amor te hace hacer tonterías" y recordando que la acusada es "muy persuasiva" al punto que la "conmoción del momento pudo más" que sus "obligaciones de policía".

"Mi lealtad era en base al amor, no quería perjudicarla y había realizado un juramento de que por sus hijas no diría nada. Es un absurdo pero lo hice", ha enfatizado más de una vez.

5. REACTIVAR LA CHISPA

Otra de las novedades que ha introducido en su declaración es la existencia de un móvil y es que Albert no ha dudado en aceptar que, las semanas antes del crimen, trató de "reactivar la chispa" con Rosa, a quien había dejado de ver a raíz de su discusión por Pedro.

"Pensé que era una oportunidad muy buena para recobrar la amistad y algo más", ha señalado antes de matizar que no descartaba recobrar las "relaciones sexuales" aunque el anillo que le regaló en esas fechas no era de "compromiso" sino para que Rosa decidiera volver a patrullar con él.

Una artimaña para "chinchar" y "fastidiar" a Pedro pero sin voluntad de "generar un conflicto" entre la pareja y sin que los "celos" lo movieran a comprar la alianza.

6. EL ENCUBRIDOR ARREPENTIDO

"He perdido mi trabajo y mi vida por darle encubrimiento. Es algo que ni yo entiendo. Me lo pregunto cada día desde hace tres años": con estas contundentes palabras ha demostrado Albert que se arrepiente de haber protegido a Rosa, de quien no esperaba que llegara a incriminarlo jamás.

El remordimiento por lo ocurrido y la constatación de que la acusada no se retracta lo han llevado a confesar que quería recuperar a Rosa y que Pedro podría haber muerto por un tiro, detalles que le han valido el reproche del fiscal.

"Sea usted consciente que durante tres años he estado leyendo lo que esta señora ha dicho aquí en un papel y no es lo mismo. Hasta el show que he visto aquí no he querido hacerle más daño fruto del amor que tuve por ella", ha replicado Albert, que no se ha cansado de exclamar que "no esperaba" que Rosa "dijera esas barbaridades".

7. MENSAJES BORRADOS

Uno de los asuntos más controvertidos hace referencia a su teléfono, en el que no se pudieron localizar mensajes ni llamadas con Rosa anteriores al 5 de mayo, cuatro días después del crimen, y que Albert ha zanjado explicando que él mismo borró todo y que los chats posteriores son "fingidos".

Según ha dicho, eliminó todas las conversaciones que podían relacionarlo con los hechos para que la policía no lo involucrara pero ha negado que formateara su teléfono de alguna forma especial, por más que los peritos no pudieron recuperar información del mismo.

"Me vi involucrado en el crimen que cometió esta señora y borré todo lo anterior porque no me quería ser más salpicado. Al final fue una estupidez", ha sostenido.

8. EL MÓVIL B

En este juicio, caracterizado por las deducciones y la falta de pruebas concluyentes, un móvil de prepago de la compañía Lycamobile ha jugado un papel clave: se trata de una tarjeta que Albert adquirió en abril y que sólo activó la noche del crimen, en un gesto que para el fiscal fue el "código" que puso en marcha el plan para asesinar a Pedro.

Sin embargo, Albert ha alegado que se trata de un "móvil B" para "esconder según qué relaciones" habitual entre policías y ha negado que realmente lo activara ese día, contradiciendo las pruebas científicas.

Ha esgrimido así que sólo lo usó la noche en que Pedro falleció para llamar a Rosa porque creía que ambos habían mantenido una pelea y no quería que la víctima detectara el número para evitar problemas.

9. MANÍA DE LIMPIEZA

Cuando Albert fue detenido y su BMW rojo inspeccionado, los peritos se sorprendieron por el grado de limpieza del mismo, que encontraron impoluto, con varios ambientadores pero con un fuerte olor a gasolina.

La explicación para el procesado es sencilla: el día después del asesinato, Rosa le pidió que le llevara gasolina porque quería deshacerse del coche de Pedro y tenía el depósito vacío, por lo que Albert accedió a llevarle dos bidones que gotearon en las alfombras de BMW.

Como es una persona "muy limpia", lo llevó después a que lo higienizaran y le quitaran el olor impregnado pero como no se fue del todo, decidió colocar ambientadores.

10. LA BARBA

Otro de los detalles que llamó la atención de la mayoría de testigos los días posteriores al crimen fue ver a Albert con la barba afeitada cuando hasta poco antes la había lucido frondosa, lo que acabó incluso por despertar las sospechas de uno de sus compañeros de patrulla.

La acusaciones creen que se la afeitó porque se la chamuscó durante el incendio al coche de Pedro aunque Albert ha rehusado esta teoría al recordar que él no prendió fuego al coche y que el día después todavía la llevaba "en todo su esplendor".

Ha indicado en cambio que se afeitó porque Rosa se lo pidió: "Me dijo que me la quitara y yo, como soy gilipollas, me la quité".