Sin que la Administración les redujera ni un céntimo de la pensión ya pasaban apuros. Ya les "fían" en los comercios del barrio, y en cuanto cobran la prestación saldan la deuda y les vuelven a fiar. Lo mismo con los recibos de suministros básicos, con las compras en la farmacia o con las cuentas "al descubierto" del banco.

Mientras se realiza la entrevista van detallando las facturas pendientes, mientras colocan encima de la mesa la documentación que avala su denuncia. Hace calor, pero no tienen aire acondicionado. "Si casi ni encendemos el ventilador para reducir el consumo al mínimo", explican. Lo que sí tienen son deudas que van saldando en cuanto pueden, haciendo una especie de malabares con facturas de diversa cuantía en cuanto reciben las dos prestaciones que mantienen el hogar. El objetivo es que "las deudas no se hagan una bola tan grande que no podamos asumir. Por eso, cobramos y pagamos. Y seguimos debiendo algo. Y así sobrevivimos. Ahora no sé qué vamos a hacer porque nos quitan casi 300 euros de golpe", afirman. Y se emocionan.

Él se llama Vicente Casañ y cobra una pensión de 648,70 tras una vida de trabajo y una antesala a la vejez que se le complica entre la enfermedad que padece y el dinero que se esfuma. Ella se llama Esther Ferrando y cobra una Pensión No Contributiva (PNC) por invalidez permanente desde un accidente que sufrió en 1991. Así, desde 1996 y hasta el 1 de julio de 2020 percibió un ingreso mensual de 395,60 euros. Sin embargo, el pasado 1 de julio, la mujer recibió una carta de la dirección territorial de València de la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas en la que le comunicaba a Esther que la cuantía de su PNC "ha sido modificada" y pasaba de los casi 400 euros que cobraba, a 98 euros. Además, en la misma carta le indicaba que el cobro del mes de julio no era el que le correspondía por lo que, además, tiene que devolver "296,70 euros". El porqué de la modificación de la cuantía no se detalla en la misiva.

La mujer acudió a la dirección territorial donde le comunicaron, vía oral, que "tenía que dar de baja al hijo que está empadronado en el domicilio2. Le pidieron que "sacara" a su hijo del padrón y que presentara su nuevo certificado de convivencia para que "revalúen su PNC". Esa fue la única explicación. Esther hizo lo que le pidieron. "Nuestro hijo estaba empadronado aquí porque no tiene domicilio fijo. Tienen 34 años y va y viene. Ahora no está empadronado en ningún sitio, claro", asegura.

Cuando hay hijos en el hogar

Sin embargo, según fuentes de la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas "las personas que reciben una PNC ven incrementada la cuantía cuando los hijos residen en el hogar. Si son pequeños porque están a cargo y si son mayores, para que la Administración no les 'penalice' si deciden vivir con sus padres. Muchas personas no lo saben pero si reciben una prestación y su situación cambia, deben comunicarlo". La familia no comunicó nada «porque no había nada que comunicar», pero la Administración sí cruzó datos y ha reducido la ayuda.