El Papa no suele pronunciar discursos cuando recibe a presidentes de gobierno en la Santa Sede, y menos aún advertir a los visitantes de cómo deben llevar a cabo sus tareas de gestión, pero eso fue lo que hizo este sábado Jorge Bergoglio. En un gesto completamente inusual, Francisco aprovechó la reunión con Pedro Sánchez. Sus palabras llegan en un momento en el que la división y la crispación política baten récords en España, al calor de la segunda ola del coronavirus, y después de que el jefe del Ejecutivo superara esta semana la moción de censura planteada por la extrema derecha de Vox.

Fue una intervención corta, de menos de 10 minutos ante la delegación española, distribuida después a la prensa. Primero, Bergoglio subrayó cuál debe ser, a su juicio, la tarea de un político. "Hacer crecer la patria", dijo el Papa, que pidió a Sánchez que transmitiera esta reflexión a "los miembros del Parlamento" español, una frase con la que Francisco parece reclamar el descenso de la tensión en el debate público y acuerdos transversales entre los distintos partidos. Después, insistió en la necesidad de "construir la patria con todos".

"Y eso no es fácil", dijo. "No nos es permitido el borrón y cuenta nueva, porque [la patria] es algo que hemos recibido. Y tampoco nos es permitido correr a refugiarnos en lo que fue, hace 50 o 100 años. No. El desafío es recibir de las raíces para poder dar fruto. La fantasía tradicionalista es volver a las raíces. Hay que tomar la inspiración, porque soy hijo, pero también tengo que ser parte del futuro, y para eso tengo que vivir un presente que implica discernimiento. Y no es fácil. Para mí es lo más difícil de la política", explicó.

Por eso, según el Pontífice, no conviene dejarse llevar en exceso por las "ideologías". Francisco se detuvo aquí en el libro 'Síndrome 1933', del intelectual comunista Siegmund Ginzberg, que analiza el ascenso de Adolf Hitler en Alemania. "Cuidado que no estemos haciendo un camino parecido", concluyó, en referencia, dejó claro, a toda Europa.

Un "enfoque compartido"

Nada de esto apareció en el escueto comunicado emitido por el Gobierno tras el encuentro, que se prolongó durante algo más de media hora, con todos los presentes sin mascarilla. Bergoglio nunca lleva esta protección frente al virus en el Vaticano, y fuentes de la Moncloa señalaron que se habían limitado a seguir las instrucciones de la Santa Sede. El texto explicó que Sánchez y el Papa mostraron "su sintonía respecto a la necesidad de construir un mundo basado en la colaboración y la solidaridad". Ambos, señaló el Ejecutivo, "comparten enfoque en cuestiones clave como el cambio climático, las migraciones y la educación".

Los colaboradores de Sánchez, que quiere que el Pontífice visite España cuando la pandemia lo permita, otorgaban mucha importancia a esta reunión, por la imagen de cercanía a la Iglesia Católica que supone. La Moncloa subraya que sus relaciones con el Vaticano son excelentes. El Pontífice, que esta semana apoyó por vez primera las uniones civiles entre homosexuales, fue de gran ayuda, según el Gobierno, para llevar a cabo la exhumación de Francisco Franco del Valle de los Caídos, de la que este sábado se cumplió justo un año. Y el propio presidente echó mano de Bergoglio, algo que no suele sentar bien a la Santa Sede, durante su debate con Santiago Abascal en la moción de censura, alabando frente al líder ultra su figura "inspiradora" e "incuestionable".

De momento, Sánchez no ha propuesto la denuncia de los acuerdos con la Santa Sede firmados en 1979, una medida que llevaba en su programa electoral, pero sí quiere abordar iniciativas potencialmente conflictivas, como la publicación de la lista de bienes inmatriculados por la Iglesia y la necesidad de que esta pague el IBI por sus inmuebles.