El día siguiente de la entrada en vigor del estado de alarma, las cifras de la pandemia han certificado este lunes la necesidad de hacerle frente con medidas drásticas. Quizás aún más duras que las incluidas en el decreto gubernamental. El número de contagios notificados al Ministerio de Sanidad durante el fin de semana, 52.188, ha marcado un nuevo récord, mientras que la incidencia se ha encaramado a los 410 casos por 100.000 habitantes. Todas las comunidades autónomas, salvo Canarias, Comunidad Valenciana y Baleares, se encuentran ya en el nivel de alerta máxima (riesgo extremo) del semáforo aprobado la semana pasada.

Las perspectivas son tan sombrías que varios expertos apuntan ya que el toque de queda podría quedarse corto y han empezado a apostar por un confinamiento domiciliario, aunque sea de corta duración. Cataluña lo tiene sobre la mesa para los fines de semana. Sería la versión del 'lockdown' menos dañina para la economía.

Evitar el confinamiento domiciliario

Todas las medidas actuales van dirigidas precisamente a evitar un regreso a la situación de la pasada primavera, pero el tiempo se agota mientras los partidos de la oposición se enzarzan en la duración del estado de alarma, un simple instrumento de cobertura jurídica que no determina las medidas que se vayan a tomar en cada momento.

De Europa tampoco llegan buena noticias. Al contrario. España ya no es desde hace semanas el furgón de cola, el alumno más rezagado en la lucha contra a la pandemia. Sólo un dato para abrir boca: Francia ha registrado en un solo día 50.000 contagios, casi los mismos que España en los tres del fin de semana. Tan exagerada es la expansión del virus en el país vecino que Macron ya tiene sobre la mesa la propuesta de volver a un confinamiento general.

Italia, modelo de una desescalada bien hecha, ha duplicado la incidencia en tres días y ha adoptado una medida que aquí provocaría manifestaciones en las calles: toda la hostelería cerrará a las 18 horas.

España lleva desde principios de agosto en cabeza del negativo ranking de la incidencia acumulada pero ahora ocupa ya el noveno puesto según el informe enviado a la Comisión Europea el pasado viernes por el grupo de investigación de Biología Computacional y Sistemas Complejos de la Universidad Politécnica de Catalunya. Por delante tiene entre otros países a Francia (589), Bélgica (1.249) y los Países Bajos (615), con datos de ayer.

Llega el frío

La única derivada positiva que podría encontrarse a la noticia es que, visto lo visto, tan mal no lo habremos hecho los españoles, cuando a otros les va ahora mucho peor. Pero varios expertos han advertido de que la segunda ola europea no sea más que un anticipo de lo que nos ocurrirá en invierno. Podría deberse a que el frío ha llegado antes a las altitudes más septentrionales y cuando llegue aquí puede empujar aún más al alza nuestra segunda ola.

La estrecha interrelación con estos países provoca, además, que el peligro de casos importados se dispare. "España no puede bajar unilateralmente este virus. Hasta que no baje en toda Europa no podremos decir que estamos bien", según Fernando Simón.

Simón: "Renovar el estado de alarma permanentemente es un esfuerzo increíble para los servicios de Salud Pública"

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Las ucis

El portavoz técnico del Gobierno en la pandemia ha lanzado en su comparecencia de los lunes una sombría advertencia: "Si la correcta aplicación de las medidas puestas en marcha no surte efecto y los contagios siguen creciendo al mismo ritmo, a mediados o la tercera semana de noviembre podríamos encontrarnos en una situación muy crítica en algunas ucis".

El actual subidón de casos predice uno igual para unas unidades de críticos que han pasado en cuatro semanas del 17% al 24% de ocupación y con cinco comunidades al entorno del 40%.

Dos o tres semanas es el margen para estabilizar o bajar la curva. De lo contrario el confinamiento podría ser inevitable sino se quieren revivir las imágenes de marzo o abril.

El puente, en casa

La negra perspectiva contrasta con las reticencias que mantienen la mayoría de las comunidades autónomas sobre la posibilidad de implantar un confinamiento perimetral que les ha abierto el estado de alarma. Sólo Euskadi, Asturias y Aragón lo han establecido de momento, además de Navarra y La Rioja, que ya lo habían implantado. Baleares, Extremadura y la Comunidad Valenciana han avanzado que no lo harán y el resto dudan pese a que se avecina la diáspora el puente de Todos los Santos, festivo en Madrid y otras cinco autonomías.

Aunque no ha querido interferir en una decisión que el decreto deja en manos de las comunidades autónomas, Fernando Simón ha recomendado a los españoles que "se queden en casa" durante un puente que "es de los de mayor movilidad del año" y que "tiene fiestas (Hallowen, la Castanyada o los difuntos) que favorecen la transmisión del virus".

En lo que sí se ha mojado es en la duración del estado de alarma. El Gobierno sostiene que es los seis meses los han recomendado los expertos y desde una parte de la derecha se reclama ya saber quiénes han sido estos expertos, como lo reclamaron cuando se impedía a Madrid avanzar de fase en la desescalada.

"La incidencia actual es muy alta y es muy probable que pueda seguir aumentando con el invierno, mientras que la vacuna, si todo va bien, tardaremos unos seis meses en poder aplicarla a grandes grupos. Mientras estaremos obligados a convivir con el virus, a convivir mal, claro". Ese es su principal argumento y el de los técnicos del ministerio, de las comunidades autónomas, los científicos consultados y los del resto de gobiernos de la UE, según Fernando Simón.