La confusión y las dudas han sido la nota común entre los comerciantes y hosteleros de Burgos al despertarse este viernes con la noticia de que, pese a los graves datos de contagios y ocupación hospitalaria, no habrá confinamiento domiciliario en la ciudad, pero con el temor de que ese encierro obligatorio llegue en navidades.

En Burgos, que tiene una incidencia a siete días superior a los 900 casos por 100.000 habitantes y que en catorce pueden convertirse en más de 1.800, muchos daban por sentado este jueves que la petición de confinamiento, avalada por el alcalde de la ciudad, Daniel de la Rosa, y la Junta de Castilla y León, sería aceptada por el ministro de Sanidad, Salvador Illa.

Ante la negativa del Gobierno, el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, ha hecho un llamamiento a los burgaleses para que limiten sus movimientos "al máximo" y hagan un "confinamiento inteligente y voluntario" consistente en ir "de casa al trabajo" y, si se quiere hacer deporte, "siempre al aire libre".

"Para estar así es mejor cerrar los días que haga falta ahora, no solo por la salud, sino también para intentar salvar la campaña de Navidad", ha declarado a Efe la propietaria de una tienda de ropa en el centro de la ciudad.

También los propietarios de establecimientos de hostelería son partidarios, en su mayoría, de un confinamiento domiciliario que suponga la esperanza de unas navidades "un poco más normales, aunque no lo sean del todo", ha afirmado otro comerciante.

El presidente de la Federación de Empresarios de Hostelería, Fernando de la Varga, insiste en que se está criminalizando injustamente al sector, porque ni siquiera se permite abrir las terrazas que muchos han acondicionado con inversiones más o menos importantes, "mientras la gente sigue paseando por la calle".

Pese a la petición del alcalde, que ha emitido un bando en el que se recuerda que están prohibidas las reuniones de más de tres personas no convivientes y se recomienda no salir más que para actividades imprescindibles, la apariencia de las calles de Burgos este viernes era la de un día normal en el que muchas personas pasean, hacen sus compras o practican deporte animados por el sol.

Las conversaciones en las colas para comprar el pan o para pedir "un café para llevar" en los establecimientos, que mantienen de esta manera su actividad, giran también en torno al confinamiento domiciliario y a la esperanza de que una medida de este tipo pueda ablandar las restricciones de cara a la época navideña.

Además, Daniel de Rosa, del PSOE, ha dicho que el confinamiento domiciliario programado no será una medida inmediata para frenar la pandemia en la capital burgalesa aunque el Ministerio no ha cerrado la puerta a valorar la medida si las medidas restrictivas que hay en marcha no funcionan.

En declaraciones a Onda Cero, el alcalde ha explicado que en la reunión telemática que tuvo el jueves con el Gobierno regional con la secretaria de Estado de Sanidad se les pidió "margen de maniobra" para ver si esas medidas en marcha, que incluyen el cierre de la hostelería, parte del comercio, con toque de queda, entre otras, dan resultado.

Ha sostenido que lo que "le quita el desvelo" es que la situación sanitaria en cinco días en el hospital de Burgos sea "insoportable", o en la Atención Primaria, por lo que pide que no se demore esa posibilidad del confinamiento para que se pueda "revertir a tiempo".