"Muy tranquilo, muy serio y muy firme". Así describen distintos dirigente de la ejecutiva del PSOE las palabras de Pedro Sánchez este lunes, durante la reunión de la cúpula. Una réplica "muy dura", y muy inusual en él, a las críticas internas por el acercamiento a Bildu. En concreto, calificó las palabras de los barones socialistas de los últimos días como una "deslealtad".

No se esperaba que el secretario general hiciera un alegato de su gestión y de las negociaciones que condujeron a que las siete enmiendas de totalidad a los Presupuestos Generales del Estado de 2021 fueran derrotadas por 198 votos a 150 el jueves pasado. De hecho, Sánchez hilvanó un discurso más plano en su primera intervención ante sus compañeros de ejecutiva, la mayor parte de ellos conectados telemáticamente por las restricciones del covid. Pero sí que entró de lleno en la réplica, después de que varios miembros de la dirección cerraran filas con el Gobierno y reprocharan a los barones que hubieran echado a perder el triunfo de la votación de las cuentas.

Uno de los que precisamente había la palabra fue Guillermo Fernández Vara, presidente de Extremadura y coordinador del consejo político federal. Él fue de los primeros en criticar la aproximación a la formación de Arnaldo Otegi el miércoles pasado y a través de tres tuits. El barón socialista insistió en que esos acuerdos "no se entienden en todos los territorios" y que él está en la ejecutiva para "ayudar".

Sánchez entonces entró a la cuestión. Se quejó de que los líderes territoriales expresen en público lo que no le trasladan a él en privado, y eso es una "deslealtad" para él, manifestación adelantada por la SER. La cúpula, dijo, no les contesta por responsabilidad, la que a su juicio ellos no tienen con él. Porque esos secretarios generales críticos mantienen esa actitud con él desde que llegó al poder, añadió, y da la sensación de que "sufren con los éxitos del partido". Es decir, que con sus palabras acaban arruinando un triunfo del Ejecutivo. "No debo ser del PSOE de siempre. Pero siempre soy del PSOE", remachó, haciendo alusión a quienes claman contra él por haber destruido las esencias del partido.

Algunos dirigentes advirtieron de que Sánchez hablaba "dolido" —con los barones y con la vieja guardia, que este lunes también le fustigó por boca de Alfonso Guerra en TVE—, otros con cierta "resignación", porque está ya "acostumbrado a este tipo de críticas internas". Sí dio muestras de firmeza y de que no se arrugará frente a las críticas, porque tiene por delante, cree, muchos años de presidente del Gobierno y de secretario general, así que asumirá que seguirá ocurriendo. "Pedro estuvo muy bien en su respuesta", resume uno de los presentes. "Va como una moto", glosa otro, en referencia a su determinación.

La "escenografía" de Iglesias

Vara, uno de los líderes territoriales más respetados y que hasta ahora había guardado sus discrepancias —a diferencia del castellanomanchego Emiliano García-Page o del aragonés Javier Lambán—, sorprendió a la cúpula del PSOE el pasado miércoles cuando aseguró, en Twitter, que le parecía "doloroso" que Bildu fuera "clave" en los Presupuestos. Este lunes, el presidente extremeño criticó la "escenografía" de Pablo Iglesias por el pacto con Bildu (el vicepresidente segundo hizo ostentación de la entente al poco de que Otegi anunciara un probable 'sí' a las cuentas) y persistió en su argumento de que había decisiones que no se podían entender en todos los territorios.

Sánchez respondió afirmando que todas las federaciones socialistas y todos los militantes del partido tienen el "mismo compromiso democrático, independientemente de donde residan". El presidente recalcó que ETA acabó hace prácticamente diez años, y que la prioridad era y es sacar adelante los PGE. No quedaba otra que tender puentes con otras formaciones dado que el PP no ha querido ayudar, justificó. "Si no es el malo ERC, lo es Bildu y si no el PNV. Dijo que esa es una crítica muy fácil de hacer y que no iba a valorarla", indica un dirigente consultado.