Hoy se cumplen 45 años de la muerte del Franco y el aniversario, por segundo año consecutivo, ha estado precedido de un mazazo a los nostálgicos del franquismo. Si el pasado 20-N estuvo marcado por la exhumación de los restos del dictador del Valle de los Caídos, este 20 de noviembre será recordado por la devolución al Estado del pazo de Meirás, uno de los principales baluartes de la dictadura.

El Juzgado de Primera Instancia número 1 de A Coruña ha escrito una página de la historia al condenar a los herederos del dictador a devolver al Estado su residencia de veraneo, que tenían a la venta por ocho millones de euros. La jueza Marta Canales ha estimado íntegramente la demanda de la Abogacía del Estado —a la que se adhirieron la Xunta de Galicia, la Diputación y los ayuntamientos de Sada y A Coruña—, al ver probado que el pazo fue adquirido en plena Guerra Civil mediante donaciones en muchos casos forzosas, aportaciones de las administraciones públicas o detracciones en nóminas de funcionarios y que se mantuvo con fondos públicos durante toda la dictadura.

Los nietos de Franco ya han presentado un recurso contra esta sentencia, que no solo les despoja del palacete, sino que les declara poseedores de "mala fe" y les niega cualquier tipo de indemnización por los gastos de mantenimiento o reforma en los que pudiesen haber incurrido durante todos estos años al ver acreditado que su abuelo falseó la escritura en 1941 para apropiarse a título particular del inmueble que tres años antes le había regalado la Junta Pro Pazo del Caudillo en calidad de Jefe del Estado.

Queda aún un largo recorrido judicial por delante pero, salvo revocación, este será el último 20-N de los Franco en Meirás, en esas "seis hectáreas de impunidad franquista", en palabras de los colectivos de recuperación de la memoria histórica que reclaman desde hace décadas su devolución.

Primer inventario de bienes

A raíz de una noticia de La Razón que, citando a fuentes próximas a la familia, avanzaba el inminente traslado de todos los bienes depositados en el pazo, la magistrada aceptó la petición de medidas cautelares solicitada por la Abogacía del Estado y prohibió la retirada de ningún elemento del pazo hasta realizar un inventario completo. Esta orden judicial, dictada el pasado 9 de noviembre, marca otro hito en la recuperación de la memoria histórica: 45 años después de la muerte de Franco, la Justicia ha abierto por fin el cofre de Meirás.

Y es que durante estas más de cuatro décadas de democracia, y a pesar de que el pazo fue declarado Bien de Interés Cultural en 2008, ninguna administración inventarió las obras de arte, antigüedades, piezas arqueológicas, etnográficas y otras joyas que los Franco atesoran intramuros y cuyo valor a día de hoy se desconoce. Responsables del Gobierno bipartito (PSOE-BNG) que tramitaron la declaración de BIC admiten que en aquel momento no se realizó un inventario de bienes. Abrir la primera grieta en esta fortaleza franquista no fue fácil, recuerdan. La ley de recuperación de la memoria histórica era una recién nacida y la hija del dictador, Carmen Franco, se opuso por todos los medios a su alcance a una declaración que le obligaría a abrir las puertas del inmueble a la ciudadanía cuatro días al mes y en la que veían un primer paso para la "expropiación", según denunciaba entonces. Carmen Franco recurrió hasta el Tribunal Supremo cada uno de los acuerdos del Gobierno gallego, incluida la inspección técnica de 2007, a la que se opuso alegando que vulneraba su derecho a la intimidad. La Justicia le dio en parte la razón, rechazó la realización de un reportaje fotográfico completo y ordenó que se limitase a detallar "el estado de conservación del edificio y su entorno".

El inventario que ha ordenado ahora la jueza permitirá arrojar luz sobre los secretos que aún hoy oculta Meirás, pero el valor total de los bienes depositados en el pazo durante la dictadura nunca llegará a conocerse. Una parte desapareció en el misterioso incendio que se declaró en la noche del 18 de febrero de 1978 y poco se puede aventurar sobre el resto, dado que hasta ahora herederos del dictador han podido mover a su antojo los muebles, antigüedades, obras de arte, piezas arqueológicas y otras joyas que atesoraban tras los gruesos muros de As Torres.

De lo que se conserva intramuros, poco se sabe. Los Franco solo permiten visitar una pequeña parte del pazo: los jardines, la capilla, dos salones, el recibidor y la biblioteca, "la de Franco", porque la de la propietaria original, Emilia Pardo Bazán, permanece vetada a las visitas. Esa biblioteca es, precisamente, uno de los tesoros que esconde bajo llave este palacete diseñado por la autora de Los Pazos de Ulloa a finales del siglo XIX.

La Real Academia Galega ha dedicado un lustro a catalogar los 3.200 libros que permanecen en el último piso de la denominada Torre de la Quimera, donde la condesa Pardo Bazán escribió buena parte de su obra. Se trata de ejemplares de enorme valor cultural, con anotaciones a los márgenes de la escritora o dedicaciones de intelectuales de la época. Todo un tesoro que la Xunta prevé declarar ahora Bien de Interés Cultural por la vía de urgencia para obligar a la familia Franco a mostrar los fondos al menos cuatro días al mes y velar porque no trasladen sin autorización de la Consellería de Cultura.

Es precisamente la catalogación como Bien de Interés Cultural la que impide a los herederos del dictador mover sin permiso dos de las piezas más valiosas que atesora el pazo: las esculturas de Isaac y Abraham esculpidas por el Mestre Mateo, esas estatuas del nártex románico de la catedral de Santiago que acabaron en manos de los Franco y que el Ayuntamiento santiagués intenta recuperar ahora por todos los medios en los juzgados. Las esculturas regresaron a Meirás hace dos años tras permanecer décadas escondidas en la casa Cornide, en esa mansión de la Ciudad Vieja de A Coruña de la que se encaprichó Carmen Polo y que el Ayuntamiento intentará también ahora recuperar en los tribunales.

Las estatuas son de los pocos bienes a los que puede seguir la pista. Sobre el resto del patrimonio, son más las incógnitas que las certezas. Los historiadores Carlos Babío y Manuel Pérez Lorenzo detallan en su libro Meirás, un pazo, un caudillo, un espolio cómo durante la dictadura recalaron en Meirás regalos de distintas administraciones, incluido un pazo, el de Dodro, que fue trasladado pieza a pieza para decorar los jardines. A Meirás llegaban piezas de lo más variopinto con las que las distintas administraciones pretendían agasajar a Franco. Entre las más curiosas, dos colmillos de elefante de metro y medio de longitud, cortesía del gobernador de la Guinea Española o el Manuscrito de Astorga, un manual de pesca escrito en 1624 por Juan de Vergara, "una rareza bibliográfica de incalculable valor", según los investigadores, que la Diputación de León regaló al sátrapa en 1964.

No solo entraban regalos, también piezas de las que supuestamente se apropiaron los Franco, como unas pilas bautismales de la iglesia de Moraime, en Muxía, que Carmen Polo ordenó trasladar en 1960, extremo del que el párroco quiso dejar constancia por escrito.

En una crónica de 1977, el periodista Manuel Rodríguez Maneiro, describía el pazo como "un auténtico museo por las riquezas artísticas e históricas que contiene": "Armas argentinas, japonesas, españolas...; arneses nacionales y americanos; bargueños, esculturas, porcelanas, armaduras, tapices, marfiles, lámparas venecianas, muebles de varios estilos...", enumeraba.

¿Qué queda de todo eso en Meirás? El guía de la Fundación Francisco Franco que gestiona los itinerarios por este Bien de Interés Cultural relata en las visitas que el incendio de 1978 "arrasó" el pazo y que la mayor parte del mobiliario que puede contemplarse ahora fue adquirido por Carmen Franco a a semejanza "de los que tenían sus padres". En ese incendio, atribuido oficialmente a un cortocircuito pero que aún hoy sigue rodeado de incógnitas, desaparecieron, supuestamente pasto de las llamas, valiosos cuadros. Crónicas de aquel suceso, confusas y en muchos casos contradictorias, apuntaban también a la desaparición de otras piezas de valor, como la lámpara de cristal de Murano que Mussolini regaló supuestamente a Franco. Solo dos meses después de aquel fuego, Carmen Franco fue sorprendida en el aeropuerto de Barajas con 38 piezas de oro en el bolso que intentaba llevar a Suiza. Eran, alegó, regalos que le hicieron a su padre. Monedas, medallas, insignias... "No sabía que cometiera un acto delictivo", alegó, según informaciones de la época. El incendio no fue el único suceso que habría pasado factura a los tesoros de Meirás. Años después, en 1984, los Franco denunciaron el robo de cuadros, jarrones, ánforas y armas antiguas. Un botín, estimaban, valorado en más de 17 millones de pesetas.

Todos estos infortunios, que investigadores como Carlos Babío y Manuel Pérez Lorenzo ponen en entredicho, multiplican las incógnitas sobre los bienes que permanece aún hoy en Meirás. "Solo tienen valor un cuadro de Madrazo y los retratos de mis padres y el mío pintados por Sotomayor, que son nuestros", afirmaba la hija del dictador en una entrevista de 2008.

En las estancias visitables del pazo pueden apreciarse bargueños, porcelanas, antigüedades, los retratos de Franco y su familia firmados por Zuloaga, Sotomayor o Félix Revello de Toro, tres pinturas de Bertuchi y una obra de Eugenio Lucas y numerosos trofeos de caza. El interior está aderezado de piezas de las que apenas se dan detalles, imágenes de santos o vírgenes, armas, o unas ánforas romanas que flanquean la entrada y que, según el guía, fueron regaladas al dictador tras aparecer cerca del castillo de San Antón.

La capilla ilustra ese abigarramiento. En este pequeño templo, que se inauguró con la boda de la hija de Pardo Bazán, conviven ahora las sillas que la escritora y su primogénita bordaron con sus propias manos y que, en vida de la intelectual, adornaban los salones; el retablo barroco destinado a San Francisco procedente del pazo de Santa María de Sada; un Cristo barroco de pelo natural, exvotos marineros que hizo colocar Franco y, desde hace dos años, las esculturas del Mestre Mateo, esquinadas en un lateral. Hasta hace poco lucía además un panel de grandes dimensiones que denunciaba el "genocidio de católicos españoles", el "sadismo del Frente Popular" y la "execrable" exhumación de Franco del Valle de los Caídos y que desapareció tras informar la Xunta a la Fiscalía.

Todo un totum revolutum que el inventario deberá ordenar. Historiadores que participaron en el proceso de recuperación el pazo apuntan a la necesidad de que esta catalogación permita distinguir entre los bienes adquiridos por los Franco; los que sufragó el Estado durante la dictadura y los que pertenecían a Emilia Pardo Bazán.

Una mudanza en el aire

Los bienes del pazo de Meirás no fueron objeto de la demanda del Estado. La sentencia solo ordena a los Franco devolver el pazo y las fincas intramuros, aunque en un auto posterior les prohíbe retirar cualquier elemento hasta que se realice un inventario para velar porque el inmueble no "sea vaciado sin ningún tipo de constancia de los bienes que se encuentran en su interior". La jueza advierte a los Franco de que deberán disponer de su autorización expresa para retirar cualquier elemento, pero no cierra las puertas a una mudanza.

Los Franco tachan de "atropello" esta medida cautelar que, avanzan, tienen previsto recurrir. Los herederos del dictador mantienen su previsión de trasladar todos los bienes del pazo antes de la entrega provisional de las llaves al Estado, fijada para el 10 de diciembre, y han solicitado por escrito al juzgado que aplace la fecha de entrega del inmueble para darles un tiempo "razonable" para realizar el traslado. Piden, "al menos", dos meses.

El futuro de los bienes que atesora el pazo está en el aire. La resolución que decretó BIC el inmueble en 2008 apenas hace alusión al mobiliario ,obras de arte o piezas ornamentales, más allá de dejar constancia de la existencia de "muebles de época, cuadros, tapices, armas y pergaminos" y de "anaqueles llenos de libros y documentos cuyo valor se desconoce".

La Abogacía del Estado defiende la catalogación como BIC "se extiende a todos los elementos", tesis que ha refrendado la jueza; mientras que la Consellería de Cultura afirma que el decreto de BIC solo afectaba "al continente, no el contenido". Estas lagunas han llevado al Concello de Sada a reclamar la modificación del decreto para incluir un anexo con los bienes que deben permanecer en el pazo por su importancia para interpretar este sitio histórico. La Xunta se ha limitado hasta ahora a decir que una vez finalizado el inventario, analizará qué piezas merecen ser catalogadas. La Consellería de Cultura ha anunciado además su intención de declarar BIC por la vía de urgencia la biblioteca de Emilia Pardo Bazán, que se reparte entre el pazo de Meirás y la casa museo de A Coruña. El Gobierno gallego no ha aclarado aún si exigirá que los fondos de Meirás permanezcan en el pazo.

Un nuevo relato para Meirás

El juzgado ha decretado para el próximo 10 de diciembre la devolución provisional del pazo de Meirás al Estado tras manifestar los Franco que no se opondrían a su entrega hasta que se dicte una sentencia firme. La fecha podría sufrir aún algún cambio como consecuencia de la orden posterior de elaborar un inventario de los bienes muebles, para el que los técnicos disponen inicialmente de un plazo de veinte días, aunque con posibilidad de prórroga.

La entrega provisional de As Torres plantea varios retos a las administraciones. Su devolución permitirá acabar con la anomalía democrática de que sea una asociación franquista la que gestione las visitas pero obligará al Gobierno o a la administración en quien delegue a diseñar con celeridad un nuevo itinerario y un nuevo relato para Meirás. Hasta ahora, la palabra "dictador" no se pronunciaba intramuros. Como BIC, el pazo debe abrir al menos cuatro días al mes y hay varias interrogantes que debe despejar aún el Estado: ¿Cuál será el contenido de las visitas? ¿Qué dependencias se permitirán ver a partir de ahora de pazo de Meirás?, ¿qué elementos decorativos deben permanecer y cuáles deben retirarse?

La Xunta ha pedido ya al Estado la gestión provisional del pazo para "usos culturales", centrados en la figura de Emilia Pardo Bazán. La Consellería de Cultura avanza que quiere convertirlo en un "faro de la igualdad" pero sin soslayar "los años oscuros de la dictadura". El Concello de Sada se ha ofrecido también a gestionar las visitas, que quiere que giren alrededor de la escritora y de la memoria histórica. La Xunta Pro Devolución do Pazo —el organismo impulsado por la Diputación que aglutina a concellos, universidades, colectivos culturales o por la recuperación de la memoria e investigadores al que se debe el primer informe jurídico que apuntaba varias vías para recuperar el pazo—, ha convocado hoy una reunión para analizar los posibles usos y el relato que deberá marcar esta nueva fase de Meirás.