A Pilar Alcorisa todavía se le quiebra la voz cuando evoca las profundas heridas que el exilio dejó marcadas a fuego en su familia. "A mi padre lo mataron en el 47 y tuvieron que pasar 68 años para poder recuperar su cuerpo. Mi hermano estaba en la guerrilla y el resto tuvimos que irnos a Francia y pasamos muchas penurias". Nada que ver, asegura la hija del represaliado del franquismo Teófilo Alcorisa, con la "vida a cuerpo de rey" que lleva el expresidente catalán Carles Puigdemont como eurodiputado en Bruselas tras su fuga de la justicia española. Cualquier atisbo de comparación entre un suceso y otro llena de indignación a quienes probaron el amargo exilio. "Ni de lejos se parecen una cosa y la otra. Los republicanos tuvieron que huir si querían salvar su vida, pero a Puigdemont nadie le seguía y hasta tiene escolta", resume Alcorisa sus impresiones sobre la polémica que han suscitado esta semana las declaraciones del vicepresidentes del Gobierno, Pablo Iglesias.

Impotencia es la palabra que sale por su boca, entre lágrimas. "Cada vez que recuerdo el pasado es más fuerte que cualquier otra cosa. Hay que pasarlo para saber cómo es", explica. "Puigdemont está muy bien alimentado y los exiliados de la posguerra pasamos mucha hambre, miseria y muchos castigos", coincide Pilar Garrido, también hija de un fusilado por la dictadura que abandonó España cuando era una niña.

"Tenía dos años y mi madre estaba enferma. Los pequeños lo pasamos muy mal", rememora. Garrido cree que las comparaciones entre ambos escenarios son odiosas y que a Iglesias "se le fueron las palabras", un desliz que no ha sentado nada bien entre los exiliados. "Puigdemont es un prófugo de la justicia: tomó unas decisiones y luego no quiso dar la cara. Ahora hay democracia, entonces no", continúa.

El exilio unió a Garrido con su marido, Ángel Coronado, que también tercia en la conversación con conocimiento de causa. "La familia de Puigdemont no está pasando las fatigas que hemos pasado nosotros y la represión y persecución durante tantos años, hasta después de la muerte de Franco. Nos vigilaban incluso si nos cambiábamos de domicilio", expone.

"No es una reflexión aceptable"

"Vergüenza" es el término que utiliza Annik Valldecabres cuando escucha que la situación del expresidente catalán puede parecerse mínimamente al "calvario" de los exiliados republicanos. "Un vicepresidente de izquierdas no puede permitirse hacer una reflexión de este tipo", sostiene Annik, que nació en Argelia después de que su padre tuviera que huir de España desde Alicante a bordo del Stanbrook. Luego se estableció en Francia.

"Puigdemont se exilió voluntariamente e incluso si se hubiese quedado aquí no se hubiese arriesgado al fusilamiento. Nadie le impedía quedarse y asumir la responsabilidad de sus ideas políticas", incide. "Estoy horrorizada con la comparación. Este señor está viviendo en una residencia estupenda en condiciones de lujo, mientras que nuestros familiares salieron a pie por los Pirineos y se encontraron con nada en absoluto. Las declaraciones hacen daño al movimiento de izquierdas que representa Iglesias", remacha.

El coordinador del Grupo Recuperación de la Memoria Histórica, Matías Alonso, recalca que no fue Iglesias el que directamente trazó el polémico paralelismo "falaz", aunque se muestra sorprendido porque el dirigente de Podemos terminó asumiéndolo en su respuesta a la pregunta "trampa" del entrevistador de La Sexta. Para Alonso, resultaría más apropiado comparar la fuga de Puigdemont con la de otro exiliado como fue el general golpista de Sanjurjo. "Un señor que se tuvo que ir de España porque cometió un delito que fue intentar reventar una Constitución y aquel estado democrático contra el que sublevó en 1932", observa. "Sanjurjo era de derechas, como Puigdemont, y vivió un exilio dorado a todo tren en Portugal", ahonda el memorialista, que en cualquier caso considera "deleznable" utilizar la memoria histórica para "atacar a un Gobierno que es el que más está haciendo por ella".

Incluso el líder de Cs en la C. Valenciana, Toni Cantó, salió en defensa de los exiliados republicanos al calificar de "falta de respeto" y de "sinvergonzonería" las palabras del vicepresidente. "Lo de Puigdemont viviendo a todo trapo en Bruselas y huyendo en el maletero de un coche de una forma vergonzosa después de haber robado y dado un golpe tiene otro nombre: es un delincuente cobarde", manifestó.