Cuarenta y ocho horas después del 23F, el pleno del Congreso volvía a votar -con los impactos de bala del intento del golpe de Estado como telón de fondo- la investidura de Leopoldo Calvo Sotelo, y no solo los relatos cambiaron, también hubo un giro en el grupo parlamentario que lideraba Manuel Fraga Iribarne y que pasó de la abstención a dar el sí a la investidura.

    El intento de golpe de Estado interrumpió la segunda votación de investidura de Calvo Sotelo, tras la primera del día 22 que resultó infructuosa al no recibir la mayoría absoluta y que contó con la abstención del grupo Coalición Democrática de Manuel Fraga. Con más de cuarenta impactos de bala en techo, paredes y hasta en una rejilla que hoy se exhibe en una urna de cristal en uno de los pasillos de la Cámara Baja, los 344 diputados presentes el 25 de febrero se unieron en favor de la democracia, de la Constitución y en apoyo al rey Juan Carlos I.

    De esta forma aparece en el diario de sesiones de aquellos días donde toma la palabra el entonces presidente del Congreso, Landenlino Lavilla, para criticar las horas de "humillación" vividas y proclamar "¡Viva España!", "¡Viva la Constitución!" y "¡Viva la democracia!", en medio de un hemiciclo puesto en pie. "Esta tribuna, desde la que el lunes y el martes se amenazó tan gravemente a la democracia española, vuelve a ser hoy la tribuna de la libertad", señalaba también Calvo Sotelo en una sesión en la que los diputados fueron rememorando sus horas de secuestro.

    Un día en el que los relatos cambiaron y sorprendió el giro en el voto del grupo parlamentario de Manuel Fraga que pasó de una abstención "matizada" a un sí "condicionado" a Calvo Sotelo. "Reunidos aquí durante un pleno largo, solidario, silencioso, que nos ha enriquecido a todos en nuestra propia estimación de la libertad y de la democracia", afirmaba el que sería el nuevo presidente del Gobierno en un emocionado discurso en el que ensalzaba la valentía del pueblo español, el apoyo del Rey a la Constitución y la lealtad de las Fuerzas Armadas a Juan Carlos I.

    Los agrios debates que se habían producido 48 horas antes, sobre el divorcio en España, la entrada en la OTAN o en la Comunidad Económica Europea, se transformaron en intervenciones constructivas para avanzar hacia una democracia mejor. "El edificio democrático ha sido tambaleado hasta sus cimientos, el Parlamento violado, el Gobierno saliente zarandeado y despreciado por las armas", señalaba el diputado del PNV Íñigo Agirre que -pese a que su formación no dio la confianza a Calvo Sotelo- ensalzaba la solidaridad con el Gobierno saliente "porque ahí se jugaba el porvenir de España".

    El joven Felipe González añadía: "cuando las palabras...son acalladas por las metralletas, difícilmente se puede decir que la democracia está empezando con fortaleza" e invitaba a la reflexión, apenas año y medio antes de que el PSOE gobernaría luego España durante década y media. "Esas horas nos han acercado mucho a todos; yo creo que han establecido una corriente humana que se había desvanecido anteriormente en esta cámara. Esas horas han hecho comprender a millones de españoles...el valor de las libertades democráticas, cuando vieron que podíamos perderlas por un golpe militar", incidía también Santiago Carrillo, representante del Partido Comunista.

    Desde UCD, Agustín Rodríguez Sahagún revivía el momento en el que "encerrado quince horas en una habitación...en la soledad compartida...y con las puntas de las metralletas apuntándonos unas veces a la espalda y otras al corazón" la libertad valía más que la vida. Al tiempo, Alejandro Rojas Marcos del grupo Andalucista reafirmaba su disposición porque "de nosotros depende que no vuelva a ocurrir" y Miquel Roca, del entonces grupo Minoría Catalana, incidía en que el momento obligaba a defender la democracia y a votar a favor de Calvo Sotelo.

    Los discursos cambiaron pero la sorpresa vino de la mano de Manuel Fraga, que pasó de no creer en un "Gobierno monocolor de UCD" a darle su confianza. Y lo hizo con el humor y la ironía que le caracterizaba. Ese día, lo mismo pedía cambiar los micrófonos de la tribuna porque eran "extremadamente sensibles" y le hacían levantar demasiado la voz, como calificaba de "muy dignas pero muy breves" las palabras del señor candidato a la investidura.

    Dos días antes el que fuera ministro de Información y Turismo con Franco era tremendamente crítico con Calvo Sotelo. "España no admite más parches ni más afeites; necesita soluciones de verdad. Si se quiere darle el golpe de timón, el cambio de rumbo que todos sabemos necesario, nos encontrareis dispuestos a colaborar. Y si no, no", decía el fundador de Alianza Popular. "La democracia, la libertad y la Constitución sólo pueden arraigar y defenderse con la autoridad", puntualizaba acto seguido.

    Cuarenta y ocho horas después, los 5 diputados de su grupo parlamentario y él mismo votaban sí a un nuevo Gobierno porque "nos jugamos la España moderna" mientras afirmaba que "no es este el momento de atacar, sino de sostener inteligentemente y profundamente, a nuestras Fuerzas del orden público". "Yo de las dos horas que pasé más cerca de ellos en el despacho del señor Presidente, y que son entre las más inolvidables y emocionantes de mi vida... puedo transmitir el testimonio dramático de unos hombres que fueron engañados primero y encarcelados después", señalaba en referencia a los guardias civiles del intento de golpe.

    Y así tras un debate que empezó a las cinco menos diez de la tarde del 25 de febrero, Calvo Sotelo fue investido presidente por 186 votos a favor y 158 en contra, sabiendo que aceptaba un mandato "en circunstancias muy difíciles".