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ANÁLISIS

El emérito se la lía a Felipe y Pedro Sánchez

La regularización por capítulos de Juan Carlos I erosiona la imagen de la Corona y del Gobierno de coalición mientras crecen las críticas y las dudas sobre la actuación de Hacienda y Fiscalía, que eclipsan la reparación ante el fisco

El rey emérito

Los efectos de la segunda regularización fiscal de Juan Carlos I superan el prisma tributario y judicial. El movimiento avalado por el emérito desde su particular retiro en Abu Dabi, persiga los fines que persiga, ha sembrado dudas con aroma a crisis de credibilidad institucional. Y llegan en un momento en que España no parece tener cajones libres para guardar más problemas.

Varios días después de que se hiciera público el nuevo intento de saldar con Hacienda viejas cuentas pendientes (está vez por más de 4,5 millones de euros y ligados a viajes y «servicios» de Juan Carlos I sufragados por la Fundación Zagatka), es harto complicado escuchar a alguien loando la rectificación del exmonarca ante el fisco.

No se pone el acento en la reparación, motivo por el cual Zarzuela y el Gobierno habrían dado su visto bueno a esta nueva operación que venía diseñándose hace un tiempo. En la adversidad está. Y los últimos movimientos de su padre, difundiéndose la semana en que se cumplen 40 años del 23F y su figura, pese todo, ha sido loada, no ayudan a Felipe.

Más lío. Lío y ni rastro de aplausos sobre la segunda regularización. Ni repasando intervenciones públicas de los monárquicos tradicionalmente acríticos o conservadores de cabecera se intuye complacencia global. Al contrario. Lo que detectan los radares es que el hartazgo social de un país tocado por la pandemia y sus derivadas sanitarias y económicas no enfoca únicamente contra el rey emérito, que también, sino que se pregunta qué están haciendo, y sobre todo a qué ritmo, la Agencia Tributaria y la Fiscalía para que sigan llegando regularizaciones ‘reales’ por capítulos que tratan de esquivar potenciales delitos.

Rogatorias

Hay explicaciones técnicas desde los mencionados organismos, haylas, para justificar su paso lento. Desde Hacienda se enfatiza que es la Fiscalía quien lleva el peso de la investigación y que, sin amparo judicial, es imposible para los inspectores seguir el rastro de dinero fuera de las fronteras nacionales. Desde el ministerio fiscal se apunta que aún no ha llegado el pertinente informe de la Agencia Tributaria sobre la primera regularización del emérito, atención a esto, y ahora se está a la espera de información requerida a Jersey y a que Mónaco responda a una solicitud para interrogar al primo del monarca retirado, Álvaro de Orleans, supuesto creador de la Fundación Zagatka. Sí, la misma que se supone que pagó los viajes y unos «servicios» de Juan Carlos que nadie ha explicado en qué consisten y que habría realizado mientras cobraba asignación pública de las arcas españolas.

¿Será casualidad que el emérito regularice dinero vinculado a esa fundación mientras la fiscalía aguarda que se le responda si puede interrogar a su creador, De Orleans? Puede ser coincidencia, claro. O no. Pero el asunto se suma a una ya larga lista de sospechas, empezando por las de varios grupos parlamentarios de la oposición y una parte del propio Ejecutivo central, que ya se preguntan en voz alta si aquí no hay tongo para que el emérito salga de rositas, a golpe de regularizaciones fiscales oportunas, de sus cuitas con la justicia. Y esas preguntas le llegan y les van a llegar a los miembros del Gobierno en las ruedas de prensa y entrevistas, que afrontan como pueden pero sin lograr disimular la incomodidad que les producen.

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